Una de las estrategias favoritas de Andrés Manuel López Obrador desde que se inventó su propio movimiento -elemento indispensable de los regímenes totalitarios- fue imponer en el imaginario colectivo que él siempre será el ganador inevitable. El líder absoluto.

Cuando abandonó el PRD, entendió que no le servía un partido político, pues en estos se da la discusión interna, las visiones diferenciadas y el consenso. Eso es totalmente contrario a su naturaleza política. El necesita ser único e indiscutible. ¡Al diablo con las instituciones! Todas.

En el ejercicio de su presidencia, AMLO ha seguido la ruta totalitaria perfecta: imposición de un movimiento popular, avasallamiento y eliminación de sus enemigos, la destrucción de las instituciones que permiten las libertades -pública o privada- y finalmente el desmantelamiento del Estado de derecho.

Pero muchos medios de opinión pública y un sector mayoritario de la clase media se han opuesto frontalmente a las embestidas de la 4T. La reacción del régimen ha sido contraria a una invitación al diálogo y la mesura. A mayor defensa de la libertad y la democracia, más radical es el ataque del Gobierno.

La semana pasada se pretendió dar el golpe definitivo al INE en el Congreso, en medio de un desorden absoluto tanto en Morena cómo en sus partidos rémora -PT y PV- que intentaron colar la cláusula de “Vida eterna”. Ésta les permitiría no sólo garantizar la rentabilidad económica de sus partidos sino además asegurar su permanencia junto con Morena.

Pero el Presidente jamás aceptará estar condicionado, ni siquiera a sus aliados y, literalmente, los mandó a volar. Es él o la nada. Por ahora la reforma electoral “B” estará congelada, al menos hasta febrero, lo que sin duda es un fracaso de los operadores políticos de AMLO: Adán Augusto López e Ignacio Mier.

El caso de Ricardo Monreal es un punto aparte; simulador consumado desde hace décadas, jugó con perversidad magistral su papel de morenista democrático y en un intento de darse un baño de supuesta rebeldía votó en solitario en contra del Plan B de AMLO y al mismo tiempo jurarle lealtad al movimiento y a su líder supremo. Fin de la farsa.

Una vez que Monreal ha quedado descartado por la alianza, habrá que ver si Dante Delgado decide reciclarlo para ser su apuesta a la presidencia en 2024 o colocarlo en la CDMX. Monreal siempre está disponible.

De nuevo AMLO boicotea a Marcelo Ebrard, quién creyó que había logrado una victoria diplomática importante al recomponer la relación con España. Un día después del comunicado de la cancillería, López Obrador desconoce los acuerdos y agrede de nuevo al Gobierno español. ¿Le quedará un mínimo de dignidad a Ebrard? ¿Así piensa el Presidente resolver nuestros asuntos pendientes con EU y Canadá por las disputas en el T-MEC?

Claudia Sheinbaum se ve cada día más cerca de su candidatura presidencial, pero ¿es inevitable su victoria y la instalación del Maximato de AMLO? No parece estar claro, queda mucho camino por recorrer, y los obstáculos son significativos: las elecciones para Gobernador en el Edomex y Coahuila serán complicadas para Morena. Si el régimen no logra controlar la inflación -que sigue creciendo- aunado a una política exterior deplorable, las condiciones de la economía en los dos próximos años podrían hacer cambiar el voto de muchos electores.

No es posible responsabilizar a AMLO del atentado en contra de Ciro Gómez Leyva, pero el Presidente sí es el responsable de la polarización social que estamos viviendo y que causan estos actos criminales. Se anuncian tiempos violentos en México.

@Pancho_Graue

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