El crecimiento económico de China en 2022 se proyecta como el más débil en cuatro décadas, tras la crisis de la pandemia y la del sector inmobiliario, indicaron analistas antes del anuncio del PIB el martes.
Diez expertos prevén una expansión del PIB de 2.7% anual como promedio en la segunda mayor economía mundial, una fuerte caída del 8% de crecimiento en 2021.
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Podría ser también el más bajo desde la contracción de 1.6% en 1976, el año de la muerte de Mao Zedong, sin contar 2020, luego de la emergencia del virus del Covid-19 en la ciudad china de Wuhan a finales de 2019.
Los confinamientos, cuarentenas y pruebas masivas obligatorias llevaron al abrupto cierre de fábricas y negocios en grandes ciudades como Zhengzhou, sede de la mayor fábrica mundial de iPhone, y repercutieron en toda la cadena mundial de suministros.
Pekín alivió las restricciones pandémicas a inicios de diciembre, después de tres años de aplicar algunas de las medidas más estrictas del mundo contra el coronavirus.
Lento crecimiento
Como consecuencia, China enfrenta un repunte en contagios de Covid-19 que desbordó sus hospitales. La situación podría reflejarse en el crecimiento del cuarto trimestre, que también será anunciado el martes junto a otros indicadores, como la producción industrial y el empleo.
“El cuarto trimestre es relativamente difícil. No importa si es por la métrica del consumo o de la inversión, el crecimiento se está desacelerando”, comentó el economista Zhang Ming, de la Academia China de Ciencias Sociales de Pekín.
Las exportaciones chinas tuvieron en diciembre su descenso más fuerte desde el inicio de la pandemia, con una contracción de 9.9% anual, mientras que el consumo alcanzó cifras negativas en noviembre y la inversión se desaceleró.
“Esos tres carruajes de la economía china enfrentan una presión a la baja relativamente evidente en el cuarto trimestre”, indicó Zhang.
Teeuwe Mevissen, analista de Rabobank, acotó que el cuatro trimestre “casi de seguro mostrará un declive por la rápida propagación del Covid. Esto afectará para peor las condiciones de la demanda y de la oferta”.
Los problemas del sector inmobiliario también afectan el crecimiento, sostuvo Mevissen.
Este sector, que junto al de la construcción representan más de un cuarto del PIB chino, ha sufrido desde que en 2020 Pekín aplicó mano dura contra el exceso de créditos y la especulación.
Este endurecimiento regulatorio marcó el inicio de las preocupaciones financieras de Evergrande, el exlíder inmobiliario chino que ahora arrastra una enorme deuda.
La venta de propiedades ha caído en varias ciudades y muchos desarrolladores enfrentan dificultades para subsistir. Sin embargo, el Gobierno parece tomar una postura más conciliatoria para revivir a este sector clave.
En noviembre se anunciaron medidas para promover su desarrollo “estable y sano”, con apoyo crediticio para los desarrolladores endeudados y asistencia para los compradores de casas.
El Banco Mundial pronosticó que el PIB de China crecerá a 4.3% en 2023, por debajo de las expectativas.
LEG