Las labores de restauración de corales enfermos o dañados por fenómenos meteorológicos son mermadas por la falta de recursos económicos, lamentó María del Carmen García Rivas, directora del Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos.
La especialista informó que anualmente requieren alrededor de un millón de pesos para rescatar la vida coralina, tras los embates de huracanes y el “síndrome blanco”, enfermedad que provoca la muerte de los ejemplares.
De hecho, recientemente, expresó que las labores son muy lentas, pues apenas restauraron 1% de los corales dañados por los fenómenos meteorológicos que atravesaron el litoral portomorelense en 2020.
Recordó que, a finales de ese año, el huracán Delta, el más fuerte en los últimos 15 años, causó estragos graves en el arrecife, por lo que 23 brigadistas salieron al mar en cinco embarcaciones para dar respuesta inmediata a los daños.
La expedición logró atender más de mil colonias de corales y repararon más de 7 mil fragmentos. El gasto por la labor de rescate fue de 29 mil 80.44 pesos, de acuerdo con el reporte técnico que García Rivas compartió en su momento.
Dos días después, el huracán Zeta tocó tierra en Quintana Roo, por lo que una nueva expedición tuvo que salir al mar y atender la situación.
Con base en lo anterior, la especialista recalcó que el ritmo de restauración es lento debido a la falta de presupuesto, que se traducen en carestía de herramientas y también de personal.
ENFERMEDAD MORTAL
El síndrome blanco es un padecimiento que provoca la muerte de pólipos coralinos (tejido vivo de las colonias) y deja expuesto los esqueletos, lo que crea el efecto de manchas blancas que rápidamente avanzan por toda la colonia, hasta acabarla por completo en pocas semanas, indica un estudio efectuado por Lorenzo Álvarez Filip, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Se ha visto que puede moverse de un coral a otro mediante el agua, lo que la hace muy contagiosa y letal, detalló.
Estudio corales Finaliza UNAM censo sobre los corales malos
De acuerdo con el investigador Lorenzo Álvarez Filip, han cubierto las salidas a campo que mantienen desde hace casi cinco meses, con el objetivo de saber cuántos corales se encuentran enfermos.
Además, determinarán qué especies son las más afectadas y qué tanto tejido han perdido.
La UNAM ha destinado 800 mil pesos en un nuevo censo, que iniciaron en agosto pasado.
Los que están por terminar es el trabajo de campo, las visitas a los sitios arrecifales para contabilizar los corales enfermos y recolectar información.
El próximo paso es procesar la información recolectada, para tener certeza de la salud que guardan los corales en el Caribe mexicano.
Este es el segundo censo realizado por los especialistas. En 2018 se realizó el primero, donde se registraron 29 mil 095 colonias de coral, de los que 17% ya estaban muertas o con signos de mortandad reciente.
Álvarez Filip estima que estas cifras han quedado totalmente rebasadas.
Para 2020 ya habían acabado con la vida de 20% de los corales del Sistema Arrecifal Mesoamericano –un hábitat para más de 100 mil especies– de acuerdo con el último reporte elaborado por Lorenzo.
LEG