El presidente Andrés Manuel López Obrador es un maestro en el manejo de los símbolos, ni duda cabe.

Por eso, más allá del supuesto desplante en el que acusan incurrió la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, sobresale la distribución del presídium del acto conmemorativo del 106 aniversario de la promulgación de nuestra Constitución.

El evento, que tendría que simbolizar la unión de los tres Poderes, López Obrador concedió más peso a sus subordinados, los secretarios de Gobernación, Defensa y Marina, antes que a los representantes del Legislativo y Judicial.

Sentados en los extremos de la larga mesa, a la derecha del Presidente el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel y la presidenta de la Corte, Norma Piña; en el extremo izquierdo de la mesa, el presidente del Senado, Alejandro Armenta.

Este es el verdadero mensaje, no el hecho de que la ministra presidenta no se haya levantado por las razones que se quiera.

López Obrador envió el mensaje que quería, ni siquiera su repetitivo y desgastado discurso contenía tanto simbolismo como la distribución de los lugares en el presídium.

Piña pudo -es una especulación- no haberse levantado en protesta por el lugar que le fue asignado, conociendo cómo era la distribución en otros años y el mensaje que se quería enviar.

Su comportamiento desató la jauría en su contra de quienes cuestionan por “la falta de respeto’’ al Presidente, pero jamás cuestionan el hecho de que el propio López Obrador y su esposa, cuando acude a eventos oficiales, no saludan a la bandera.

Como sea, lo que ocurrió en Querétaro no resulta casual en ninguno de los casos.

Los símbolos están ahí para quien quiera verlos e interpretarlos: el Presidente quiere ir solo.

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¿Cómo está eso de que el presidente del PAN, Marko Cortés, está tratando de imponerles a los senadores de su partido a una incondicional para que ocupe el cargo de consejera del INAI?

Al menos lo que se rumora en los pasillos de la bancada, Cortés quiere que los legisladores panistas voten a favor de Yadira Alarcón, actual secretaria técnica en el INAI, para que ocupe el cargo de consejera.

Esto, a pesar de que la mayoría de los senadores se había decantado por otra aspirante con credenciales más solventes para ocupar la vacante.

A ver cómo termina la historia pero, de entrada, el presidente del blanquiazul está contradiciendo, en los hechos, las bases que impulsaron a los panistas a crear ese Instituto, entre ellas la de ser independientes de cualquier vínculo partidista.

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El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, utilizó su cuenta personal de Twitter para atacar de nuevo al presidente del INE, Lorenzo Córdova.

Convertido en jefe de campaña de Morena, además de la propia, desde luego, López aseguró que Córdova “sigue con sus mentiras’’ y utilizó una imagen del libro escrito por el consejero presidente del INE y Ciro Murayama con el título superpuesto de “Las Mentiras de Córdova’’.

Parece un hecho irrelevante, menor, sin gracia, pero se trata del funcionario público más importante después del Presidente, cuya labor tendría que ser la de mediar y conciliar entre poderes y entre poderes y la ciudadanía.

Pero esa tarea no es la de López II, como ya se ha visto.

Por eso el país está como está, ni hablar.

LEG