El domingo pasado se celebró el 106 aniversario de la promulgación de la Constitución vigente. De nuevo, la forma fue más relevante que el fondo. Los tres poderes presentes omitieron mencionar lo más importante: el respeto a la ley.

La UNAM define a la Constitución así: “Es un acuerdo de reglas de convivencia, es decir, una forma de pacto político y social. Se llama así porque integra, establece, organiza, constituye las normas y leyes que rigen a la sociedad de un país.”

De igual forma, la máxima casa de estudios define y aclara los objetivos de la Constitución:

  • Convoca, conjunta y ensambla a la sociedad de un país.
  • Incluye a toda persona, grupo, sector, segmento, región, identidad o cultura.
  • Asegura la vida comunitaria, el orden, así como las libertades individuales y colectivas.
  • Reconoce los derechos con los que nacen las personas y garantiza su cumplimiento.
  • Organiza el ejercicio de los poderes del Estado para:

a) crear leyes, o sea el Poder Legislativo.

b) aplicar esas leyes, función del Poder Ejecutivo.

c) resolver los conflictos en la aplicación de esas leyes, de lo que se encarga el Poder Judicial.

Seguramente estas definiciones son aceptadas por todos los mexicanos, a excepción del Presidente. Ahí está el problema.

Por un lado AMLO -y la 4T- desconocen no solo la ley, y por tanto a la Constitución, sino también desconocen a todas las instituciones encargadas tanto de la creación o modificación de las leyes -el Poder Legislativo- y aquellas que sancionan y aplican las leyes -el Poder Judicial-. Del otro lado están las organizaciones y partidos políticos que defienden la vida institucional y el Estado de derecho.

Morena -AMLO- es el partido en el Gobierno, tienen mayoría legislativa en ambas cámaras, y sobre todo tienen muchísimo dinero -el suyo y el mío- para poder operar de forma clientelar en todo el país. AMLO tiene carisma, un discurso contundente y es el líder absoluto e indiscutible.

Los partidos de oposición tienen la llave de la mayoría calificada, que es la aduana para las reformas constitucionales. No tienen ni líderes ni liderazgos reconocidos y no han pasado de conformar una alianza que sirve para frenar el insaciable apetito autoritario del Presidente, pero nada más.

AMLO detesta a las clases medias y la oposición no las entiende ni sabe representarlas. Y si algún sector de la sociedad defiende la ley y la Constitución es la clase media. Vaya un dilema.

Esto no significa que para otros grupos sociales la ley no sea importante, pero desafortunadamente los más pobres de este país hoy sobreviven a golpe de programas sociales morenistas y los más ricos no se han distinguido precisamente por su apego al derecho y son muy cercanos al poder. De donde venga.

Por increíble que parezca hoy tenemos más problemas con la oposición que con la 4T; con aquellos ya sabemos a qué atenernos, pero con el PRI, PAN, PRD y MC. ¿A dónde vamos? ¿Cuándo podrán presentar una idea clara, razonable e ilusionante? Sus mejores cartas son: Alito vs. Osorio; el regreso del impresentable de Anaya de la mano de Marko Cortés; Jesús Zambrano y sus ocurrencias un día sí y otro también. ¿Así piensan convencernos?

Pero si algo puede cohesionarnos y darnos sentido futuro es la Constitución, por eso es tan importante defenderla, y exigirle a los partidos de oposición que vean en su defensa y de las leyes que de ella emanan su más importante tarea. Al defenderla nos están defendiendo a nosotros.

Que se olviden de los nombres y se acuerden del país. La Constitución no es perfecta, pero eso no justifica su aniquilación como pretende AMLO.

@Pancho_Graue

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