La esperanza de encontrar más supervivientes se desvanecía este jueves en las zonas afectadas por el potente terremoto en Turquía y Siria
Foto: AFP En 1999, otro sismo de magnitud 7,4 causó más de 17.000 muertes.  

 

Los equipos de rescate siguen este viernes buscando supervivientes entre los escombros dejados por el masivo terremoto que golpeó el lunes Siria y Turquía, uno de los más mortíferos de la región, con casi 23.000 muertos.

La ayuda humanitaria empezó a llegar a Turquía pero el acceso a Siria, en guerra y con su régimen sancionado por la comunidad internacional, es mucho más complicado.

La guerra destruyó hospitales y causó problemas en el suministro de electricidad y agua en Siria, pero la ONU solo puede enviar ayuda a las zonas rebeldes del noroeste a través del cruce de Bab al Hawa en la frontera con Turquía.

Según Naciones Unidas, las carreteras por ese paso están en muy mal estado, y esto complica el suministro de ayuda.

“En cuanto [el paso] esté completamente operativo, habrá enormes cantidades de provisiones listas para entrar” en Siria, indicó Michael Ryan, encargado de la gestión de situaciones de emergencia en la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Hoy, el terremoto atrae de nuevo la atención pero el mundo se ha olvidado de Siria”, denunció.

La diplomacia turca afirmó que está trabajando para abrir otros dos puntos de paso “con las regiones bajo el control del gobierno” sirio, “por razones humanitarias”.

El gobierno sirio anunció que autorizará el suministro de ayuda internacional a zonas controladas por los rebeldes, con la “supervisión” del Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja siria.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), la agencia especializada de Naciones Unidas, reclamó por su parte 77 millones de dólares para acercar víveres a 874.000 personas afectadas por el sismo en Siria y Turquía.

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, exigió por su parte “un alto el fuego inmediato” en Siria para facilitar el suministro de ayuda.

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– “Abandonados” –
A uno y otro lado de la frontera, miles de viviendas quedaron destruidas y los socorristas redoblan esfuerzos, aunque las posibilidades de encontrar personas con vida se apagan una vez expirado el periodo de tres días que los expertos consideran crucial.

La situación, agravada por un frío glacial, llevó este viernes al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en lucha armada contra el ejército turco desde 1984, a suspender temporalmente sus “operaciones” en Turquía.

A la zona acudieron centenares de rescatistas internacionales.

Unos treinta mineros recorrieron mil kilómetros desde Zonguldak, cerca del mar Negro, hasta Antakya para ayudar en las labores de búsqueda.

En esa ciudad del sur de Turquía, fueron rescatados este viernes un bebé de 18 meses y su hermano, informó la cadena NTV. Ambos fueron encontrados con vida entre los escombros de su vivienda.

Una niña de tres años también fue rescatada en esa localidad, muy castigada por la catástrofe.

El enfado crece en Turquía contra la respuesta del gobierno, juzgada insuficiente y tardía. El mismo presidente Recep Tayyip Erdogan reconoció “deficiencias”.

“La gente que no murió por el terremoto ha sido abandonada a morir en el frío”, dijo a la AFP Hakan Tanriverdi en la provincia de Adiyaman, una de las zonas más castigadas.

“Ni Estado, ni policía, ni soldados. ¡Qué vergüenza! Nos han abandonado a nuestra suerte”, declaró Mehmet Yildirim, otro vecino.

El presidente turco esbozó una suerte de mea culpa este viernes. “Hubo tantos edificios dañados que desafortunadamente, no pudimos acelerar nuestras intervenciones como hubiéramos querido”, afirmó el jefe de Estado durante una visita a Adiyaman.

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– Riesgo de cólera –
El terremoto es el más importante en Turquía desde 1939, cuando 33.000 murieron en la provincia oriental de Erzincan.

Según los últimos balances oficiales, el sismo, de magnitud 7,8 y que estuvo seguido de más de un centenar de réplicas, dejó al menos 22.765 muertos, 19.388 de ellos en Turquía y 3.377 en Siria.

La OMS estima que 23 millones de personas están “potencialmente expuestas, de las que unos cinco millones [son] vulnerables” y teme que se desencadene una crisis sanitaria.

Las organizaciones humanitarias expresaron su preocupación por una eventual propagación del cólera, que reapareció en Siria.

La Unión Europea (UE) envió los primeros equipos de rescate a Turquía horas después de que se produjera el sismo, el lunes. Pero, en un principio, solo ofreció una ayuda mínima a Siria, a través de los programas humanitarios existentes, a causa de las sanciones internacionales que se impusieron a raíz de la guerra civil, que estalló en 2011.

El presidente Bashar al Asad y su esposa Asma visitaron este viernes a víctimas del terremoto en Alepo, por primera vez desde que se produjo el sismo, informó la presidencia.