Esta semana se discutirá en el Senado la mal llamada reforma electoral, conocida como Plan B, cuyo punto más caliente será si se resucita o no la llamada cláusula de vida eterna.

Poco se puede esperar del Senado a favor de la eliminación de esa cláusula, que beneficia principalmente a los socios de Morena (PT y Verde) y menos de que se pueda votar en contra de dicha reforma.

Ya lo advirtió el propio Ricardo Monreal.

Pese a haber escuchado a los técnicos del INE, es decir, a los encargados de planear la ubicación de las casillas, de custodiarlas luego de la votación, de los capacitadores electorales, de quienes cuentan los votos, el zacatecano dijo que poco y nada se puede hacer.

Que será la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que deba resolver el alud de controversias y amparos en contra de dicha reforma.

¿Qué puede hacer la oposición en un debate que ya tienen perdido por mayoría simple?
Mucho.

Por si todo lo escrito y dicho en todos los medios de comunicación sobre los riesgos para el país que representa esta reforma no ha sido suficiente, los senadores de oposición tienen la oportunidad (y obligación) de volver a explicar, con manzanas, qué pasará si esta reforma es aprobada.

Para el grueso de los mexicanos la discusión, que lleva meses, no parece interesar mucho, salvo a un sector informado, que ya se manifestó una vez en contra y que lo volverá a hacer el próximo domingo 26.

Es cierto que es difícil competir contra los programas clientelares (así los reconoció el propio presidente López Obrador), pero los senadores no pueden dejar pasar el enorme foro que tienen para evidenciar, una vez más, las verdaderas intenciones de la mal llamada reforma electoral.

Si lo hacen no será un debate perdido, aunque Morena y sus aliados ganen la votación, como ya está en el guion.

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Todavía en noviembre pasado se ponía en duda la posibilidad de que se concretara la alianza entre PAN, PRI y PRD para competir por la gubernatura del Estado de México.

Pero ayer quedó claro que, haiga sido como haiga sido (para citar a un clásico), el presidente del PRI, Alejandro Moreno, consiguió lo que parecía imposible: que representantes del PAN y el PRD le alzaran la mano a una candidata surgida de las filas tricolores.

Alejandra del Moral fue oficializada como la candidata de la alianza en un evento realizado en Texcoco, que molestó sin duda a la gente de Morena y Delfina Gómez por considerarlo una provocación.

El hecho de que el PRI haya realizado su asamblea de delegados en el municipio sede del grupo morenista que controla las candidaturas en el Estado de México forma parte de la estrategia hostil que asumirá el PRI durante la campaña “oficial’’, a partir de abril.

Si así cerraron las precampañas, espere a ver lo que ocurrirá en los próximos meses, pues del otro lado tampoco están chimuelos.

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Como están las cosas con la diplomacia a la 4T, nada más falta conocer cuándo el Presidente entregará la Orden del Águila Azteca a Daniel Ortega “por sus aportaciones a la democracia’’ o a Nicolás Maduro, por su “promoción del respeto a los derechos humanos’’.

Total, la presea quedó tan devaluada con su entrega al dictador cubano Miguel Díaz-Canel, que no sería raro que se la entregaran post mortem a Idi Amin Dada.

LEG