José Ureña
 

Es la guerra.

Una guerra al interior del Gobierno y del movimiento lopezobraorista, pero con iguales características a una contienda constitucional.

Así lo interpretan las corcholatas y por eso se esmeran en estructurar equipos de activistas de cualquier calidad moral por todo el territorio.

Ninguno quiere rezagarse.

Tienen gente por doquier, en sus dependencias, en la administración pública federal, en los estados y no se diga en las presidencias municipales.

Ninguno escapa.

Acaso el aparato más activo sea el de Marcelo Ebrard, quien en un evento en la capital del país mostró su estructura de diez mil operadores en los 300 distritos electorales.

Pero no se quedan atrás Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, aunque éste rechace la definición de corcholata por denigrante.

NADA DE INDISCIPLINAS

El objetivo es mostrar popularidad.

Tarea poco convincente porque, ellas lo saben, al final la decisión será unipersonal y en la opción presidencial no figurará la simpatía social.

Las encuestas pueden tergiversarse para quien se desee, como sucedió en 2011 con las definiciones entre López Obrador y Marcelo Ebrard o Miguel Mancera y Alejandra Barrales.

Pero hay algo peor.

En esta competencia se recurre a viejas prácticas: pago por participar, compra de activistas y hasta despido de funcionarios por inclinarse a favor de alguno de ellos.

Lo sufrió Claudia Sheinbaum en Tabasco, cuando el gobernador Carlos Manuel Merino se molestó porque algunos funcionarios fueron con la jefa de Gobierno.

Despidió a Sheila Cadena de la Secretaría para el Desarrollo Energético; Francisco Sánchez, coordinador para la Regularización de la Tenencia de la Tierra; Roberto Mendoza, director de Desarrollo Social del Instituto de Vivienda…

La lista es larga, pero se multiplica en los estados y propiciada por el administrador morenista Mario Delgado, quien exhortó a los gobernadores a inmiscuirse so pretexto de garantizar igualdad.

Cada frente elabora una lista de anomalías y aportaremos más datos cuando se formalicen ante el INE de Lorenzo Córdova o el Tribunal de Reyes Rodríguez.

SUMA DE ALQUIMISTAS

1.- Tampoco hay pruritos.

Sea por interés económico o político, las corcholatas recurren a militantes de otros partidos cuya característica era realizar grandes movilizaciones y rellenar urnas.

Hay priistas, panistas, perredistas e inclusive emecistas, aunque dicen no haber renunciado a sus militancias originales.

Conveniencia mutua: los designados preliminarmente desde Palacio Nacional van a la caza de votantes y los votantes aseguran posiciones por si gana quien los ha contratado.

Y 2.- Ayer debía realizarse la elección o reelección en la Concanaco.

Pero el presidente Héctor Tejada tiene el rechazo de gran parte de los socios y enfrenta cargos por los malos manejos del tesorero Octavio de la Torre.

La dupla actúa unida y, ante tantos recursos vergonzosos, hubo un mandato judicial para suspender la asamblea donde serían ratificados.

Y el colmo: se estimaba una asistencia superior a los dos mil socios con derecho a voto, pero solamente habían confirmado unos 200, la décima parte.

La crisis es profunda y será muy larga.

LEG

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