El tiempo tenía que darle la razón a cualquiera de las dos partes, a los que sostuvieron que el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco era muy caro, lleno de corrupción y que Santa Lucía era una opción ganadora. O bien aquellos que siempre consideraron un error cancelar un aeropuerto que llevaba 30% de avance en su construcción.
Dice la Constitución que López Obrador debe dejar la presidencia en 19 meses, así que es momento de iniciar con el balance de lo que hizo y no hizo en este sexenio.
Fue llamado en su momento el error de octubre (del 2018) y a la larga ha demostrado que, efectivamente, esa fue una decisión equivocada que ha costado cientos de miles de millones de pesos y que además implicó la pérdida de la confianza de los inversionistas.
Hoy tenemos evidencias de lo mala que fue esa decisión. La más contundente, que pueden ver hasta los más fieles seguidores, es la realidad de tener un aeropuerto comercial que no quieren usar ni los pasajeros, ni las líneas aéreas.
Forzar a las empresas privadas a transformar esa base aérea en una de carga, un año después de su inauguración, es una muestra de la desesperación oficial por tapar el fracaso comercial del Felipe Ángeles.
Hay otra evidencia que también pueden ver, si quieren, los fieles seguidores de este régimen. El argumento era que la corrupción brotaba por todas partes en la construcción del NAIM. A más de cinco años de cancelado no hay una sola carpeta de investigación, un solo indiciado, mucho menos un solo preso y sentenciado por la supuesta corrupción. O son ineptos en demostrar lo que consideraban evidente, o simplemente no había todas esas corruptelas.
Lo que ya no deja dudas de cómo la historia va a tratar esta decisión autoritaria del entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador la aporta sin más quien fuera el primer secretario de Hacienda de este régimen y responsable del manejo financiero de esta decisión.
Cuando el actual Presidente ya no esté, el riesgo del espacio aéreo, por la operación simultánea no analizada ni avalada, de tres aeropuertos en la misma zona metropolitana será el tema central.
Mientras tanto, la evidencia que proporciona Carlos Urzúa es el hecho de que el artífice de la cancelación del NAIM y la adecuación de la terminal militar de Santa Lucía fue aquel constructor que traía bajo el brazo el proyecto del aeropuerto Felipe Ángeles.
Porque José María Riobóo, constructor favorito de López Obrador, es el autor del proyecto y es quien convenció a quien habría de convertirse en Presidente unas semanas después de cancelar el proyecto avanzado.
Nada de lo que digan incluso esos personajes tan cercanos al momento de la decisión tendrá otra implicación que no sea histórica. Difícilmente esa o cualquier otra determinación del régimen actual podría tener alguna consecuencia jurídica o política.
Será cuestión de tiempo para saber si la economía mexicana da espacio para que se tenga que retomar un proyecto de aeropuerto único para la capital del país.
Por lo pronto, el tiempo dio la razón de lo mala que resultó la decisión de cancelar el NAIM.
@campossuarez