Violencia, violencia y más violencia, es lo único real que ofrece Napillo a los trabajadores. El imitador de minero ha provocado infinidad de intromisiones, peleas y hasta combates entre sindicatos y empresas, mismos que han dejado la muerte de compañeros.
A cuatro años de apoderarse de la Secretaría General del Sindicato Minero, Napillo quería obligar al Gobierno a darle la Toma de Nota, se la negaron, ya que los estatutos de la organización no permiten que nadie que no sea minero ocupe el cargo.
Napillo nunca fue minero, no hay registro del IMSS, ni del Infonavit que avale que laboró para una empresa del sector, por ello, la negativa era contundente. En 2006, Napoleón Gómez Urrutia, desesperado, ordenó a los mineros de una de las plantas más productivas de acero en Morelia, Michoacán, a parar operaciones y apoderarse de ella, quería intercambiar el levantamiento de la huelga por la Toma de Nota como Secretario General.
La planta estuvo tomada por meses, lo que provocó un enfrentamiento con el Gobierno local y federal, la economía colapsaba y estaban en riesgo cientos de empleos; a Napillo no le importó, promovió la huelga como lucha legítima y en defensa del gran líder, provocando un intento de desalojo que dejó dos mineros muertos y 41 lesionados.
Sin remordimiento, repitió la fórmula de los enfrentamientos en Cananea. Sus pobladores son testigos del robo de los 55 millones de dólares por parte del senador de Morena y de una de las huelgas ilegales más largas estalladas por el usurpador.
En 2010, se vivieron días violentos, los Napillos tenían tomada ilegalmente la mina de Cananea, hay que recordar que el 14 de abril de 2009, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje declaró terminadas las relaciones laborales individuales y colectivas entre el Sindicato Minero y la empresa y, a consecuencia, el término de la huelga, decisión avalada por la Suprema Corte de Justicia; sin embargo, Napillo no hizo caso, necesitaba de la huelga para presionar una vez más al Gobierno y no ser encarcelado por el robo millonario.
El 7 de septiembre, los Napillos negaron el paso a los trabajadores que rehabilitaban la mina, los recibieron a golpes, provocando un enfrentamiento que dejó un muerto y 11 heridos. Narran que por órdenes de Napillo al día siguiente se dio otra campal, hubo cuatro fallecidos y varios detenidos.
En 2020, un enfrentamiento más se dio. Fue en Fresnillo, Zacatecas, los trabajadores de la sección 62 de nuestro Sindicato Minero Frente defendieron su fuente de empleo; los Napillos querían tomar la empresa utilizando piedras, palos e incluso se denunció el uso de un arma de fuego con la que amenazaron a los compañeros. Querían obligar a los trabajadores a sumarse a un sindicato creado por Napillo, pero no lo logró.
Hoy intenta irrumpir en Monclova para adueñarse de otra empresa, hay denuncias que alertan de un futuro enfrentamiento por parte de sus porros. Algo similar pasa en Tizapa, en el Estado de México, donde sus aliados intentan engañar a los trabajadores con el cuento de ganancias millonarias a cambio del voto. Se sabe que Gómez Urrutia es de los que manda decir que es aliado y protegido del crimen organizado para intentar callar e intimidar a quienes le son incómodos.
Napillo ha demostrado que utiliza a los compañeros a su antojo, no le importa cuántos caigan, cuántas viudas sume, cuántos huérfanos deje.
Él nunca se expone, para ello ocupa a los mineros. Su posición como senador no lo detuvo y mucho menos le quitó las mañas, por el contrario, el fuero otorgado por Morena pareciera el permiso para delinquir.
@CarlosPavónC