Ante la intención del Gobierno federal para sustituir de manera gradual el uso de maíz transgénico, una alternativa podría ser la semilla híbrida, pero para lograrlo se requiere apoyo a la investigación para mejorar los materiales disponibles y lograr producir a mayor escala.
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Desde 2020, la actual administración tiene en la mira la eliminación del uso del maíz genéticamente modificado (transgénico) bajo el argumento de daños a la salud. Sin embargo, apenas hace unas semanas eliminó la fecha límite para su uso en la alimentación animal y el uso industrial, pero ha mantenido la intención de sustituirlo, un aspecto que ha generado molestia en su socio comercial de Estados Unidos desde donde provee la mayor parte del grano amarillo hacia México.
Gerardo Noriega Altamirano, investigador de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) señala que uno de los aspectos importantes que se debe de abordar en la intención de sustituir el maíz transgénico, es el desarrollo de la producción de semillas híbridas, de tal manera que se dé la oportunidad de aprovechar la riqueza de maíces nativos que hay en México.
La semilla híbrida se obtiene de cruzar dos variedades de maíz, con el objetivo de mejorar en producción y resistencia de los materiales nativos de México. “Simplemente es la cruza de un material con otro material para tener mejor producción, más resistencia a la sequía, más tolerancia a las plagas, en fin, más tolerancia a algunas adversidades como al granizo, las heladas y aspectos que son propios de la agricultura”, acotó.
Pero para lograrlo, señala, se requiere de una política de fomento de producción del maíz amarillo en el país que incluya la investigación, la introducción a los productores y a los cultivos, que ese grano sea requerido por la industria, que en su conjunto podrá articular la cadena desde la producción y la comercialización.
“Necesitamos un programa de fomento agrícola, que no solamente motive a las instituciones a producir con un enfoque nacional, sino que invitemos a las pequeñas y medianas empresas a que se sumen a esta producción de semillas, invitemos a todos estos genetistas que su proyecto de vida fue el fitomejoramiento, invitemos a los financieros, llamemos a los industriales para qué digan qué tipo de maíz requieren”, agregó.
Jaime Padilla Acero, del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) acotó que, si bien el decreto del Gobierno federal se mantiene la intención de sustituir el uso de maíz transgénico, no se incluye una metodología para hacerlo, dejando a la deriva el logro del objetivo.
Él explicó que en el conocido maíz transgénico se hace una modificación genética para hacerlo resistente a plagas, sin que ello represente daños a la salud humana. La innovación tecnológica surgió justamente para evitar el abuso indiscriminado de plaguicidas que sí pudieran causar afectaciones a quienes consumen el producto final.
En ese sentido, señaló que un maíz cultivo sin la modificación genética y sin mucho cuidado en términos del cuidado de plagas externas, puede representar un riesgo aún mayor por las bacterias que transmiten otros insectos que les gustan el maíz, pues ello genera hongos que producen venenos que se llaman micotoxinas causantes del cáncer.
El investigador agregó que la cuestión de que en México recurra en gran medida a las importaciones de maíz amarillo transgénico se centra en que es más caro producirlo que comprarlo del exterior, dado que aquí no se ha dado los permisos para innovar en esa área del campo México en favor de la protección de maíces nativas, por lo que las alternativas para avanzar en la sustituir del grano transgénico u alguna alternativa, vendrá del exterior.
“Los progresos que pueda haber en mejoramiento genético, están basados fundamentalmente en técnicas de ingeniería genética y biotecnológica moderna, (y) no van a poder surgir de nuestro país, van a seguir viniendo de fuera para adoptarlo de manera muy baja”, externó.
LEG