El 2022 fue un año significativo para la transición energética a nivel mundial. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la guerra entre Rusia y Ucrania continúa ofreciendo un panorama que demuestra lo difícil que es para el resto del mundo abandonar la dependencia del petróleo y el gas.
Por lo que, en el marco de la conmemoración del inicio de la guerra, parece ser que la energía cumple un papel clave en las convulsiones que de la misma devienen. Empero, dicha relación no resulta extraña, pues a lo largo de la historia se ha visto la importancia de ésta como eje rector en la acción bélica.
Un ejemplo de ello, es el de Venezuela. Uno de los países fundadores de la OPEP, cuya reserva era tan próspera que, incluso antes de su colapso, Hugo Chávez declaró al petróleo como un arma geopolítica y prometió usarlo para perseguir sus fines de política exterior.
Actualmente, la evolución del panorama energético es un indicador crucial del progreso de Occidente. Debido a que el petróleo y gas son los elementos que financian la maquinaria de guerra del Kremlin y determinan su capacidad para causar estragos. En ese sentido, resulta alentador que, si bien buena parte de las medidas occidentales se aplicaron hasta finales del año pasado, sus efectos comenzaron a sentirse en enero cuando los ingresos energéticos de Moscú cayeron 46% en comparación con el año anterior.
No obstante, destaca que a pesar de dicha caída, la producción rusa ha demostrado ser más resistente de lo que muchos esperaban, y no porque sea más fuerte, sino porque los países orientales se han resistido a alinearse con Occidente; como justo resulta en el caso de China e India, quienes parecen estar ayudando a Rusia a esquivar las fuertes sanciones económicas, comprándole petróleo a precio de saldo, lo que por ende se traduce en una factible posibilidad de financiar los esfuerzos militares durante algunos meses más.
En ese orden, según reportes, el Kremlin ofreció descuentos a Pekín en sus precios por petróleo y gas, lo que le permitió encontrar un mercado para los suministros que no podía vender. De modo que las importaciones de crudo ruso incrementaron 55% en comparación con el año pasado. A su vez, cabe señalar que en el caso de la India, las exportaciones rusas de petróleo incrementaron 17%.
Asimismo, recientemente se emitió un décimo paquete de sanciones aún más estrictas en contra de Rusia, las cuales incluyen restricciones a la exportación de tecnología y productos de doble uso, medidas selectivas contra personas y entidades que apoyen y desinformen en favor de ese país. Ello, con el objetivo de evitar que se eludan las sanciones; y se está considerando utilizar los activos del Banco Central Ruso para la reconstrucción de Ucrania.
Ante esto, considero necesario reflexionar a efecto de replantear el espacio de oportunidad presente en los enfoques de la diplomacia, pero fundamentalmente en torno a nuestra dependencia de las energías tradicionales y los problemas que traen consigo.
¿O será otra de las cosas que no hacemos?
Consultor y profesor universitario
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