Ataques a sus comunidades indígenas, reconocimiento laboral, violencia sexual, desaparición e imposibilidad de decisión en el propio cuerpo, entre otras, son las problemáticas en las que convergen y combaten colectivas feministas, que laboran, cada una desde su trinchera, para que la voz de la mujer sea escuchada.
Marea Verde es una colectiva mexicana dedicada en un principio a acompañar a mujeres en situación de embarazo y aborto, aunque en la actualidad sus labores, completamente gratuitas, se han expandido a acompañamiento a mujeres en prisión, a familias con desaparecidas y a sobrevivientes de violencia sexual, “espacios que estaban un poco más abandonados”, declaró Renata Villareal, vocera de la colectiva, en entrevista con 24 HORAS.
Lo que impulsa a Marea Verde, además de acabar con el estigma de que no hay apoyo entre mujeres, es que la labor de estas, en cualquier ámbito, sea reconocida.
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Por su parte, María Elena Esparza Guevara, compartió que la organización Ola Violeta, de la cual es fundadora “nace con la idea de prevenir la violencia de género desde la conciencia corporal”, puesto que en gran parte los procesos se enfocan en capacitaciones, denuncias y judicialización de los casos de violencia.
Sin embargo, explicó que “detectamos que no se estaba trabajando en el plano más íntimo y más personal, que es el contacto con el propio cuerpo”.
Para Ola Violeta, asesorar y brindar talleres donde las mujeres sepan que la consciencia corporal es un derecho y una labor que las llena de gratitud.
“La misión es esa, es ayudar y sobre todo a las mujeres que son más vulnerables, tanto a la violencia, como en el contexto en el que vivimos, sobre el bienestar, la autoestima y el empoderamiento”, aseguró la fundadora.
Desde una problemática distinta de la que se ocupan Marea Verde y Ola Violeta, pero que también es feminista, operan Mazatecas por la Libertad, grupo originario de Eloxochitlán de Flores Magón, en el estado de Oaxaca.
“El objetivo de nuestra colectiva es luchar por la libertad de nuestros seres queridos: papás, hermanos, hijos, esposos”, relató Argelia, vocera de la colectiva, pues asegura que sus seres queridos están presos desde hace casi una década por oponerse al caciquismo y los partidos políticos que “en síntesis, pretenden siempre tener el control de las comunidades indígenas e interrumpir la herencia ancestral que tenemos y que sabemos cómo organizarnos”.
Ellas mantienen un plantón desde hace casi dos años frente al Consejo de la Judicatura Federal en la Ciudad de México.
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A pesar de las diferentes luchas que enarbolan estos grupos de mujeres, todas coinciden en la importancia de que las voces de las mujeres sean escuchadas, con distintas acciones y estrategias que, sin embargo, se cobijan bajo el feminismo y la sororidad.
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