La ley es muy clara: no se pueden utilizar recursos públicos para apoyar a candidato alguno. De comprobarse que se utilizó parte del presupuesto, se le negaría la constancia de mayoría al “ganador”, aunque el triunfo de ese aspirante a un puesto de elección popular, haya sido contundente.

También la ley establece “topes de campaña”, es decir, limita el gasto que puede tener cada contendiente.

Eso dice la norma. Pero rumbo al 2024 los partidos de López Obrador (Morena, Verde Ecologista y Del Trabajo), sus 22 gobernadores (quizá 23, dependiendo de los resultados de junio próximo) y el Gobierno Federal harán todo lo posible para que gane su “gallo o gallina”.

Así fue durante muchos años en el pasado, y será en las próximas elecciones federales; de la misma manera echarán toda la carne al asador los partidos opositores (Acción Nacional, Revolucionario Institucional y De la Revolución Democrática). Quizá logran convencer a Movimiento Ciudadano, ya lo veremos. Hasta algunos empresarios ayudarán a su causa.

Es decir, las prerrogativas de la coalición opositora estarán al servicio de sus candidatos, de su “gallo o gallina presidencial”, pero la pregunta obvia es ¿también estarán los gobernadores al 100 por ciento con este compromiso?

Difícilmente habrá una traición de los 22 o 23 gobernadores que comulgan o controla AMLO; la indisciplina de la 4T se paga muy cara.

Pero ¿a quién le tienen que ser leales y qué disciplina deben cumplir los gobernadores no alineados?

A los nueve gobernadores opositores los une el antilopezobradorismo, pero ¿apoco harán hasta lo imposible para llevar a Palacio Nacional a Lilly Téllez, Santiago Creel, José Ángel Gurría o Enrique de la Madrid?

El gobernador tricolor de Durango, Esteban Villegas, ¿le jugará las contras al titular del Ejecutivo, que le cueste un rompimiento con los dueños del balón?

Manolo Jiménez, quien se perfila como el próximo gobernador priista de Coahuila, ¿apostará todo su capital político para enfrentarse contra el aparato?

La joven gobernadora panista de Aguascalientes, Tere Jiménez, ¿de verdad le declarará la guerra al partido en el poder? Si le falla la apuesta, puede alejar a su pequeña entidad del gran poder representado en el Zócalo capitalino. ¿Se la jugará?

Los gobernadores de Movimiento Ciudadano también están en otro canal, al de muchos analistas. Samuel García está metido al cien por ciento en concretar obras y decisiones históricas para Nuevo León: movilidad (con trenes y vialidades), resolver por fin el problema del agua, y la instalación de la planta de Tesla, en Santa Catarina (con una inversión que alcanzará los 10 mil millones de dólares). ¿Para qué una lucha intestina donde tiene todo qué perder?

En el caso del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, está más concentrado en lograr ganar la elección local, que colaborar en una locura nacional. Si logra entregarle el poder a un naranja, saldría en hombros.

La gobernadora azul Maru Campos (Chihuahua) y Mauricio Kuri (Querétaro) tendrán que transitar con el sucesor de López Obrador. Desean a un correligionario en la primera magistratura, pero en el fondo lo ven casi imposible. Ellos ya lograron su objetivo, ser gobernadores, y saben más allá del resultado del 2024 que tienen el compromiso de entregar buenas cuentas.

Diego Sinhue Rodríguez de Guanajuato y Mauricio Vila de Yucatán tienen un común denominador: no equivocarse en sus candidatos, para poder mantener panistas en sus entidades. Lo demás, ya es lo de menos.

Como verá usted respetado lector, los gobernadores no lopezobradoristas, los anti 4T, los que supuestamente estarían al 100 por ciento de los intereses de Claudio X. González, andan en otros asuntos.

*Periodista, editor y radiodifusor

@GustavoRenteria

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