Dos países latinoamericanos han tomado decisiones extremas para atender un problema común: el crecimiento desmedido de la delincuencia organizada y su apropiación de territorios cada vez más grandes.

Se trata de los presidentes de Ecuador, Guillermo Lasso, y del presidente de El Salvador, Nayib Bukele.

El primero anunció ayer, en cadena nacional, la modificación a la ley para que cualquier ciudadano de Ecuador pueda portar armas para defenderse de la imparable ola de criminalidad que afecta a su país.

Además de permitir la portación de armas, el Presidente anunció el toque de queda para una zona del país, que incluye a la muy importante ciudad de Guayaquil, que será de la 01:00 a las 05:00 horas diariamente.

Lasso informó que las empresas de seguridad privadas, encargadas de custodiar comercios y empresas, contribuirán con las policías locales para combatir a la delincuencia organizada.

Se trata de una medida extrema producto de la desesperación y la ausencia de resultados de una política de seguridad fracasada.

Ecuador no vive una situación distinta a la que padecen decenas de miles de ciudadanos mexicanos que sufren a diario los embates de la delincuencia organizada.

En el norte, por ejemplo, están normalizados los toques de queda extraoficiales.

Los habitantes de las ciudades que hacen frontera con Estados Unidos, sobre todo en Sonora y Tamaulipas, saben que no deben circular por las carreteras principales por la noche.

Ni que decir, por ejemplo, de lo que sucede en Guerrero y Michoacán, cuyas carreteras de varios municipios están controladas por retenes de cárteles que deciden quién sí y quién no puede pasar.

Armar a toda la ciudadanía de un país no parece ser la mejor decisión, pero no había más que hacer.

Ecuador se encamina a una revolución.

Del otro lado está Bukele.

El salvadoreño anunció ayer que en el mes de marzo no se registró ningún homicidio en el país, lo que constituye un récord que celebrar en esa nación.

Bukele adoptó una política de “barrido’’, en la que Policía y Ejército, literalmente, barrieron parejo todas las zonas dominadas por las peligrosas pandillas que lo mismo extorsionaban y mataban con la mayor impunidad.

Organizaciones de derechos humanos locales e internacionales se han quejado de la violación de las garantías individuales de muchos presos, de la falta de un debido proceso, pero los videos de familias paseando el fin de semana en plazas comerciales ya sin el temor de ser asaltados, secuestrados o muertos, parece dar la razón al mandatario salvadoreño.

Cero asesinatos en El Salvador parece una fake news, pero las sonrisas de sus ciudadanos y el alto nivel de aprobación que tiene Bukele demuestran que es verdad.

Dos estrategias para atacar un problema; a ver cómo le va a Ecuador.

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Lorenzo Córdova deja hoy la presidencia del INE en manos de una nueva consejera, Guadalupe Taddei Zavala, sobre la que pesan muchas dudas.

La principal, sin embargo, es si la nueva presidenta defenderá al INE con la vehemencia que lo hizo Córdova o si se plegará a los dictados de Palacio Nacional.

Ya se verá en los próximos días cuando tenga que nombrar a los funcionarios que la acompañarán en su gestión, comenzando con el secretario Ejecutivo, el puesto más importante en el INE después de la presidencia.

Córdova, por su parte, adelantó el inicio de una persecución política en su contra.

Si ocurre, será política, porque su gestión ha sido de lo más transparente.

Tanto, que sus críticos utilizan la información que se publica en el website del INE para atacarlo.
Un gran trabajo, Lorenzo.

LEG