Sin lugar a dudas, la pandemia ha sido uno de los acontecimientos más significativos de nuestra era, y sus consecuencias seguirán sintiéndose durante mucho tiempo, no obstante que se diera a conocer que el presidente Joe Biden firmó una resolución para poner fin a la emergencia por Covid-19 en Estados Unidos.
Lo anterior llama la atención porque la pandemia tuvo un gran impacto en la economía y la salud del vecino país del norte, lo que llevó a pronosticar una profunda recesión; además de que, en su momento, esa nación llegó a registrar el mayor número de muertes atribuidas a la pandemia en el mundo.
En el caso de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que esperará a cuando lo defina la Organización Mundial de la Salud, cuyo titular, Tedros Adhanom, ya se pronunció por el fin de la pandemia en este 2023.
Sin embargo, más allá de los plazos perentorios, vale la pena hacer una reflexión ahora, a medida que el mundo lucha por superar las crisis sanitaria, económica y social desencadenadas por el virus SARS-CoV-2.
Este hecho nos deja una serie de valiosas enseñanzas que, aunque dolorosas, representan oportunidades de aprendizaje para la humanidad. Una de ellas es la importancia de la colaboración internacional y la solidaridad entre países y comunidades para enfrentar los desafíos globales.
La pandemia también evidenció la necesidad de fortalecer la infraestructura tecnológica y las habilidades digitales en la educación, así como la importancia de la adaptabilidad y resiliencia del sistema educativo en situaciones de crisis.
Igualmente, mostró lo apremiante que es invertir en sistemas de salud, para poder hacer frente a emergencias semejantes. La falta de infraestructura y recursos en muchos países reveló la importancia de fortalecer los sistemas de atención médica y garantizar el acceso a servicios de salud de calidad en momentos de contingencia.
Lo cierto es que, aun y cuando se decrete el fin de la pandemia a escala global, todavía enfrentaremos retos significativos, como la distribución y administración equitativa de vacunas, el impulso a la recuperación económica, la disminución de la brecha digital, así como la atención de las secuelas en la salud mental de la población.
La pandemia nos enseñó, por sobre todas las cosas, que ningún país y ninguna persona estarán a salvo hasta que todos lo estén. Ello nos obliga a colocar en el centro de la discusión pública mundial el impulso a la cooperación internacional en áreas como la investigación científica y tecnológica, y el intercambio de recursos médicos con un enfoque humanista, que nos prepare para enfrentar cualquier otra emergencia que represente una amenaza para la vida y la salud de la población del planeta.
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