En 1983, el primer videojuego de Super Mario Bros., un plomero cuya hazaña mayor consistía en rescatar a la princesa Peach de las garras de la tortuga Bowser, salió al mercado en la consola Nintendo VS. A partir de entonces, la franquicia de videojuegos de la compañía Nintendo se convirtió en un éxito, no solo con las siguientes aventuras de este plomero italiano, si no con múltiples formas de expandir los personajes y la franquicia en juegos con estilos completamente distintos, tales como Mario Kart, Mario Tennis o Mario Party.
En esta ocasión, Mario pretende dominar otro sector completamente distinto: el de la pantalla grande. El 5 de abril, se estrenó Super Mario Bros. la película, una aventura de animación por computadora en donde se adaptaría la historia de este plomero para audiencias del cine. El producto final ha recibido reacciones dispersas.
Por un lado están quienes se sienten como niñxs en dulcería: la cinta tiene múltiples referencias, en los escenarios, diálogos y hasta en la música, al clásico de Nintendo, y muchos personajes icónicos de la franquicia hacen apariciones importantes. Sin embargo, la crítica especializada no está contenta con la cinta, pues dicen que no funciona como una película original o que destaque dentro de la cartelera. El periódico The Boston Globe, por ejemplo, menciona que la cinta es un producto “sin espíritu, fuera de los destellos de extraña vitalidad cada que la película se extiende fuera de los juegos”. Y este es solo un pequeño ejemplo que refleja el 57% de aprobación en la página de consenso de reseñas Rotten Tomatoes, con una señal de general descontento. Esto contrasta en grande con el 97% de aprobación por parte de la audiencia.
Con esto se refleja, en primera, qué tan importante es la opinión de la crítica a la hora de que la gente tome la decisión de ir a ver o no una película. Y en segunda, con las ganancias de 204 millones de dólares hasta el momento, eso no impedirá a las distribuidoras seguir expandiendo la franquicia.
Pero lo más importante es que este producto de entretenimiento se mantuvo fiel al juego. Después de todo, la trama del juego, así como su mecanismo y gracia, es igualmente simple. Es una aventura accesible para cualquier persona: sus niveles, colores y personajes son sencillos. Y esa simpleza dio fruto para poner a Mario en ene cantidad de circunstancias y aún así triunfar. Lo mismo pasa con la cinta: como homenaje a los juegos, funciona perfectamente. Es un buen rato. Aunque quizá no funcione tan bien como el videojuego (porque parte del atractivo de los juegos es jugar y no necesariamente saber más de Luigi, Toad y compañía), pero como homenaje a una franquicia tan querida por millones, Mario merece obtener sus estrellas.
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