Dos sismos azotaron ayer a la alcaldía Benito Juárez: el primero, una sacudida de unos segundos de magnitud 2.4 y el segundo, la detención del exalcalde Christian Von Roehrich.
El segundo fue el que más impacto tuvo por sus implicaciones políticas y el efecto que tendría en la elección del próximo jefe de Gobierno en 2024.
Von Roehrich es acusado por la Fiscalía capitalina de uso indebido de atribuciones, un delito que no amerita la pena de cárcel salvo que el juez del caso considere que hay peligro de fuga.
Apenas ayer, se publicó la denuncia de un empresario constructor que asegura, en una declaración ministerial, que entregó diversas cantidades de dinero y obras a funcionarios ligados al exalcalde para permitirle construir más pisos en un edificio de condominios.
El panista fue detenido cuando pretendía cruzar hacia Estados Unidos por la frontera de Reynosa, como indocumentado.
Su detención abona a la historia del “cártel inmobiliario’’, que ha sido bandera del Gobierno local para atacar al grupo que ha dominado por décadas la alcaldía de Benito Juárez.
No se trata de un asunto menor.
El actual alcalde, Santiago Taboada, encabeza la preferencia entre panistas para disputar la jefatura de Gobierno de la CDMX; la detención de uno de sus antecesores será la peor propaganda para él.
Y es que para el Gobierno no solo de la CDMX sino del federal, Benito Juárez tiene una importancia fundamental.
Es la alcaldía donde más seguros se sienten sus habitantes; es considerada la segunda alcaldía -o municipio- con mejor nivel de vida a nivel nacional -solo por debajo de San Pedro Garza García, en Nuevo León- y también es la alcaldía que le concede la peor calificación a la gestión de López Obrador.
Con ese escenario, imagínese lo que se vendrá en los próximos días.
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En algunas ciudades del país se han colocado enormes mantas con las figuras de Adán Augusto López en primer plano y en segundo la de la jefa de Gobierno de la CDMX Claudia Sheinbaum.
Las mantas en color guinda -obviamente-, tiene por título “líderes’’ peeeero a los seguidores de Sheinbaum no les hizo ninguna gracia que su corcholata favorita estuviera en segundo plano.
Así que se han dado a la tarea de denunciar en redes sociales lo que llaman juego sucio y reclaman que se reconozca la equidad de género en la campaña morenista.
¿Pues no que todas las corcholatas son “hermanos’’?
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Ayer le comentábamos en este espacio sobre los movimientos que comienzan a realizar los suspirantes a candidatos a gobernadores que se elegirán el año próximo.
Pues bien, antier en la vieja casona de Xicoténcatl, antigua sede del Senado, se entregó la medalla Belisario Domínguez a la escritora Elena Poniatowska; los partidos habían acordado que no habría pronunciamientos de otro tema que no fuera de reconocimiento a la galardonada.
Sin embargo, la senadora de Encuentro Social, Sasil de León Villard, encargada de reseñar la trayectoria de la escritora, aprovechó la tribuna para despotricar contra el fallo de la Corte que regrese a la Secretaría de Seguridad Pública a la Guardia Nacional.
Obviamente, la oposición se encrespó por el rompimiento del acuerdo y la ceremonia “solemne’’ terminó siendo un circo.
En el fondo, como todos los suspirantes, la senadora de León quiso quedar bien con ya saben quién, sabedora de que entre más escándalo haga más será vista como una “revolucionaria’’.
Tiene los ojos puestos en la gubernatura de Chiapas por lo que no será nada raro que la veamos como protagonista de otros pleitos de lavadero.
A ver si le hacen caso.
LEG