“El poder más peligroso es el del que manda, pero no gobierna”, Gonzalo Torrente.

Cuando AMLO ganó la elección en 2018, lo tuvo muy claro; ya tenía el Gobierno del país, lo siguiente era lograr su verdadero objetivo: el poder unipersonal y absoluto.

Para conseguirlo, el eje rector del Gobierno se basaría en la capacidad de comunicación de López Obrador, el vehículo sería La Mañanera. Desde ahí se ejercería el Gobierno de la República. Y así ha sido.

El sometimiento de sus enemigos políticos fue más fácil de lo que se pensaba y, la credibilidad con la que AMLO iniciaba su sexenio era mucho mayor que la de los medios que se le opusieron desde entonces.

Con medias verdades y mentiras totales, logró inocular en la población más necesitada -y clientelar- la idea del triunfo inevitable de la cuarta transformación en 2024. La 4T llegó para quedarse. AMLO tenía que imponer la percepción por encima de la realidad, hasta que ésta se impuso tercamente.

La presencia en todo el país de las organizaciones criminales es una realidad innegable; sin embargo, el mayor crimen no está en los que asesinan sino en los que no matan, pero dejan matar. El Gobierno de la 4T.
El sexenio de AMLO enfrenta su última fase de form

a muy diferente al plan original; a la guerra entre los aspirantes a la sucesión se suma un cambio radical en sus resultados de comunicación; el Presidente que dictaba y controlaba plácidamente la agenda mediática se ha convertido en un personaje reactivo e incontrolado, a la defensiva ante cualquier medio que se atreva a cuestionarlo en su Mañanera.

Da igual si se trata del fracaso del INSABI, los negocios de sus hijos y amigos, la muerte de los migrantes o la militarización del país, lo que sea, no importa. La tónica es la misma: el negacionismo sistemático.

Pero AMLO sí ve dos opositores reales: la SCJN y los medios de comunicación. La Corte afectó, con sus resoluciones del Plan B, la estrategia electoral de la 4T en 2024, y todavía falta por ver el futuro de las últimas reformas ordenadas desde Palacio con la sumisión de los legisladores de Morena. La relación entre AMLO y el Poder Judicial es irreconciliable y, visto lo visto, la peor parte se la llevará el Gobierno.

La confrontación de un Presidente con los medios -de todo tipo- está en un nivel nunca antes visto en México. Estos, se han convertido en el más peligroso factor de oposición al proyecto de AMLO. De allí la necesidad de adelantar -una vez más- el proceso de elección de su sucesor.

A López Obrador le urge “salir” del Gobierno y enfocarse en su tema más importante: el control de la sucesión presidencial y el aseguramiento de su maximato.

Antes, la 4T tendrá que enfrentar dos elecciones complicadas: en Coahuila, la inevitable derrota de Morena podría, además, fracturar la alianza con el PT. En el Edomex la campaña está en un punto tal, que Mario Delgado urgió a los aspirantes morenistas a apoyar a Delfina Gómez. ¿Si, Delfina tiene la ventaja que dice tener, por qué necesita ese apoyo?

Según Mario Delgado, en la segunda quincena de junio saldrá la convocatoria morenista para elegir a su candidato a la Presidencia, es urgente que el ungido(a) de AMLO tenga las máximas ventajas posibles: tiempo, dinero, recursos y apoyos de todos los gobiernos morenistas. Todo lo que sea necesario.

Una vez que Monreal ha vuelto al redil, AMLO tendrá que resolver el tema de Ebrard y cuanto antes, mejor. O menos peor.

AMLO será el jefe de campaña de quién elija su dedito, pero si supone que la 4T no tendrá oposición real en 2024, será otra negación de la realidad que tendrá que enfrentar y puede llevarse una amarga sorpresa. Amén.

@Pancho_Graue

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