El ex primer ministro de Pakistán, Imran Khan, fue puesto en detención provisional por un caso de corrupción, al día siguiente de su inesperado arresto, que desató violentas protestas en todo el país.
“El tribunal aprobó la puesta en detención provisional de Imran Khan durante ocho días”, declaró Ali Bukhari, un abogado de Khan, tras la audiencia a puerta cerrada.
Violentos enfrentamientos estallaron entre los partidarios del Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI, Partido Pakistaní por la Justicia), de Khan, y las fuerzas de seguridad, tras el anuncio.
El gobierno dio luz verde al despliegue de soldados en tres provincias, donde unos mil manifestantes fueron detenidos y 130 policías resultaron heridos. Al menos seis personas murieron en los incidentes, informaron fuentes policiales y médicas.
Los manifestantes incendiaron la residencia del mando militar en Lahore y bloquearon el acceso del cuartel general del Ejército en Rawalpindi.
El Ejército amenazó con lanzar una “fuerte reacción”. Desde el estallido de las protestas, las potencias occidentales llamaron a la calma. Las autoridades ordenaron el cierre de las escuelas a nivel nacional y restringieron el acceso a las redes sociales.
El partido PTI había llamado a sus partidarios a salir a las calles, pero la Policía advirtió que hay un ordenamiento que prohíbe las concentraciones de más de cuatro personas y que la aplicarían de forma estricta.
Khan fue expulsado del poder el año pasado por una moción de censura y busca presionar al gobierno de coalición para que organice elecciones antes de octubre.
El ex primer ministro enfrenta decenas de procesos judiciales, una táctica utilizada en Pakistán para silenciar a sus oponentes, estiman analistas.
LEG