El senador Alejandro Armenta bien pudo ahorrarse la pena de verse como un ingenuo, si su afán de protagonismo no le hubiera ganado al seso.

Armenta publicó un diálogo que supuestamente había sostenido, vía WhatsApp, con la ministra Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

El legislador morenista, que además es el presidente del Senado, publicó la conversación a manera de “denuncia’’ pues, dijo, con los mensajes “se sintió amenazado’’.

Las capturas de pantalla de su teléfono móvil mostraban el número de su interlocutor y la identificación del nombre “MINISTRA Norma Piña…’’, con lo cual quiso dar validez a sus dichos.

En el diálogo, la supuesta ministra Piña se burla de algunas afirmaciones del senador, pero con emojis, algo que es impensable en una funcionaria pública de ese nivel.

El asunto es que la “denuncia’’ provocó un debate en la Comisión Permanente sobre la veracidad de los mensajes y su autora y del respaldó que el Senado en particular ha negado a la Corte, específicamente a Piña.

Armenta, al igual que su primo, el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, han tomado como suya la tarea de destazar a la Corte, como la conocemos.

Ambos están en una carrera por la candidatura de Morena a la gubernatura de Puebla, que se disputará el próximo año, y parece que no les importa quien se exhibe más ante la opinión pública.

Mier, por ejemplo, puso a consideración del pueblo bueno y sabio la pregunta que, según él, tendrían que responder los mexicanos en su fantasiosa consulta para definir si los ministros de la Corte deben ser electos en las urnas.

Esta es la pregunta:

“¿Merece México o no hacer uso de su derecho de participar en un procedimiento que modifica el procedimiento que establece el 96 constitucional para la designación de ministros?”.

No la redactó Cantinflas, pero pareciera.

Y aunque tooodas las referencias que tienen que ver con el plan de llevar a las urnas la elección de los magistrados es hoy por hoy una bola de humo, un distractor, no deja de llamar la atención que los primos, en su afán de cobrar notoriedad al precio que sea, vayan dejando trozos de dignidad en el camino.

Igual ninguno de los dos será.

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Quién sabe quién le dijo a Gerardo Fernández Noroña que tenía posibilidades de ser candidato presidencial.

Quién haya sido, le ganó un enemigo a Morena y al propio López Obrador, quien ayer fue objeto de la ira del diputado petista porque no fue incluido en la lista de corcholatas presidenciales.

Primero no está incluido porque el título de corcholatas solo aplica para morenistas y el milita en el PT; segunda, porque López Obrador lo conoce bien.

Será interesante ver cómo se comporta de aquí en adelante el “compañero’’ Fernández Noroña, a quien el desprecio presidencial le ha pegado en dónde más le duele: en el ego.

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Vaya borrando el nombre de Ricardo Monreal de la encuesta que dicen hará Morena para elegir a su candidato presidencial.

El zacatecano ya dijo que si es encuesta, él no se apunta.

Y como se ve más fácil construir una autopista que una Europa con América antes que López Obrador cambie de opinión, pues ahí será para la otra.

Peeero, no será gratuita la exclusión.

Monreal figurará en una boleta, “haiga sido como haiga sido’’.

LEG