Dante Delgado ha dicho, a cualquiera que lo quiere escuchar, que el partido Movimiento Ciudadano “no está a favor de Morena’’ pero tampoco quiso sumarlo a la coalición opositora “Va Por México’’.
“No vamos a votar por los mismos’’, repite como mantra, y ofrece cifras y datos con los que pretende demostrar que, cuando el MC fue en coalición, perdió más posiciones que cuando compitió solo.
Puede ser, y sus razones tendrá, pero el hecho que no puede refutar es que su posición solo beneficia al partido en el poder.
Porque no es solo el hecho de no querer asociarse con el PRI, el PAN y el PRD, sino de declararles la guerra a dichos partidos con campañas que por muy pobres que sean, siempre tienen un impacto entre la población.
De la mano de Salomón Chertorivski y Jorge Álvarez Máynez, el MC comenzó una campaña en contra del PRI en la capital del país, con el argumento de que el tricolor “pactó con Morena’’ ganar Coahuila y ceder el estado de México.
Quién sabe cuáles son las fuentes de ambos diputados federales, pero la simple lógica explicaría que, si ese fue el pacto, los priistas se suicidaron.
El Estado de México vale para el PRI lo que la CDMX para Morena y Querétaro para el PAN.
No solo es la carga política sino la carga simbólica que tiene la entidad mexiquense por la que los priistas están haciendo lo imposible por mantener bajo su control el Gobierno estatal.
Chertorivski será el candidato del MC para el Gobierno de la CDMX, prácticamente no tiene competencia y Álvarez Máynez podría ser candidato a senador o a una alcaldía, si bien le va.
El asunto es que el MC y su ataque a la coalición opositora -el hecho de que haya decidido no competir por la gubernatura en el Estado de México beneficia totalmente a Morena- lo hacen parecer como el partido esquirol -término muy de las izquierdas-, el que le hace el juego sucio al partido en el Gobierno y al gobierno mismo.
Dante Delgado asegura que el MC está preparando sus propios cuadros, lo cual es una verdad a medias o media mentira, como quiera verlo.
El partido naranja se ha visto engordado en los años recientes con militantes de otros partidos que ya no cupieron en los que les dieron poder.
En las próximas semanas, se sumarán diputados locales y federales, así como dos o tres senadores a un movimiento que bien a bien sigue sin entenderse.
Por un lado, la crítica al Presidente y su partido –“si hay alguien que conoce a López Obrador soy yo’’, dice Dante-, y por el otro la campaña en contra de la alianza opositora con la cual, en teoría, tendría que estar haciendo equipo.
A ver.
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Dice el presidente Andrés Manuel López Obrador que la toma de una parte de la vía de Ferrosur no fue una expropiación “porque no se trata de propiedad privada’’, sino de la recuperación de un bien público administrado por un concesionario.
Reconoció que sí había negociaciones con Grupo México, pero que se rompieron cuando Germán Larrea pidió por los 120 kilómetros “tomados’’, 9,500 millones de pesos.
Ahora, publicado el decreto expropiatorio o como quiera llamarle, él concede 10 días hábiles a Grupo México para que pueda “controvertir’’ el monto de la indemnización que, considerando la pobreza franciscana que predica -y está lejos de cumplir- el Gobierno, no será lo que se cotiza en el mercado.
LEG