Las dos series de HBO se despidieron esta semana con deprimentes e increíbles finales.

Esta semana le decimos adiós a dos series que marcaron un hito cultural en la década de los 2010, y de los 2020 hasta el momento: Barry y Succession, ambas producidas por HBO, y cerrando con broche de oro sus narrativas.

La primera, una comedia negra con tintes dramáticos, sigue a un soldado americano, convertido en asesino en serie, que por azares del destino termina en una clase de actuación y se enamora del curso, entablando relaciones profundas con sus partícipes y desatando caos a su paso.

En el extraordinario final, escrito y dirigido por Bill Hader y titulado “The Mask Collector”, se engloba lo que esta serie sobre asesinatos, Hollywood y el autoengaño nos retrata: personas crueles y despiadadas pueden ser representadas como héroes o heroínas desde otra perspectiva. Qué importante es la verdad y el relato de los hechos, ¿no? Con una historia impactante, personajes complejos pero en esencia egoístas y con un final bastante tétrico, Barry nos dio una oda sobre el fingir y el aceptar.

Sin embargo, una serie más popular, sin duda quedando en el panteón de las mejores de la historia, es Succession.

En el lúgubre epílogo de 90 minutos de duración, la serie creada por Jesse Armstrong cimienta su discurso sobre lo corrosivo y peligroso que puede ser el poder, y cómo la incesante persecución de él nos destroza por dentro y por fuera. Las historias de Shiv, Kendall y Roman, los tres hijos del multimillonario Logan Roy, dueño de una empresa multinacional, acaban de una forma devastadora. Pocas veces se ha visto un final tan amargo para todos los protagonistas de una serie. Pero por eso Succession es una de las más atrevidas: porque se da el permiso de contar una fábula en donde sus personajes no se azucaran, y reciben exactamente su merecido.

Esto definitivamente hace un gran contraste con aquellos programas en donde se justifican las acciones macabras de seres despreciables. Curiosamente, Barry también hace un comentario fatalista acerca de esta observación, en este caso sobre la violencia, mediante la sátira, pues es obvio que el protagonista, no recibe lo que merece, pero sí lo que desea, pero se nos explica el por qué. No obstante, el contexto detrás de aquella escena representa un futuro oscuro para los personajes.

Porque ese es otro ingrediente de los grandes finales, en muchas instancias: la concepción de un destino abierto, en donde nos podemos imaginar qué será de este universo aunque ya no tengamos la oportunidad de seguirlo sintonizando. Porque al final, así como el camino de muchas personas en nuestras vidas, todas hasta cierto punto continúan.

Con grandes mensajes, dos increíbles se despiden con tristeza pero también con lecciones memorables y sepultando su estatus como grandes clásicos de la televisión.

 

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