El multimillonario y ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, fallecido a los 86 años, marcó por un cuarto siglo el panorama político de su país, pese a una vida regida por la lujuria y los excesos, entre la grandeza y la decadencia.
El dueño de una de las mayores fortunas de Italia, que ocupó varias veces el cargo político más importante de la península y que para muchos representaba la edad de oro de la economía del país, nunca llegó a cumplir su mayor sueño: ocupar la presidencia de la República.
Durante su larga trayectoria, dedicada al poder, entre millones, bellas mujeres, escándalos sexuales y líos judiciales, el líder conservador estuvo en el poder desde 2001 al 2011, con una interrupción de dos años entre 2006 y 2008.
El magnate, con un estilo caracterizado por los ataques a sus rivales, se vio obligado a renunciar al cargo de primer ministro en noviembre de 2011, desacreditado por una crisis económica que tuvo a Italia al borde de un rescate internacional.
Arrogante, ingenioso, famoso por sus comentarios despectivos y bromas machistas, aspiraba a entrar en los anales de la historia como “el mejor líder de Europa y del mundo”.
Al frente de su partido Forza Italia se mantuvo activo en el debate público casi hasta el final de su vida.
Nacido el 29 de septiembre de 1936 en una familia acomodada de Milán, Berlusconi mostró su vocación por los negocios desde la adolescencia, cuando estudiaba en el colegio de los Salesianos.
Animador de locales nocturnos en el balneario de Rimini durante su juventud, capaz de fascinar a turistas durante los cruceros con baladas románticas, Berlusconi siempre ha contado con la lealtad de un grupo de amigos íntimos, quienes le deben sus actuales fortunas.
Vendedor de aspiradoras a finales de los años 1950, se graduó en 1961 en derecho y se dedicó al sector de la construcción, comenzando así una imparable carrera que ha suscitado interrogantes a las que nunca ha dado respuestas satisfactorias.
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– Títulos y traiciones –
Condecorado como “Caballero del Trabajo” (‘Cavaliere del Lavoro’) a los 41 años, perdió el título tras la condena en 2013 a cuatro años de cárcel por fraude fiscal en el caso Mediaset.
Es sobre todo en el mundo de la televisión donde sobresalió este gran comunicador.
El holding de la familia Berlusconi, Fininvest, incluye cadenas de televisión (Mediaset), periódicos, la editorial Mondadori y otras participaciones.
Berlusconi, fanático del fútbol, también presidió durante 31 años el AC Milan, séptuple ganador de la Liga de Campeones, antes de venderlo en 2017 a inversores chinos.
Pese a las críticas y controversias, el multimillonario fue por casi dos décadas el “líder máximo” de la derecha italiana.
Su último mandato, de 2008 a 2011, estuvo marcado por los abusos del magnate en el ejercicio del poder, que suscitaron protestas de medios de comunicación, industriales e incluso de la Iglesia católica italiana.
Siempre preocupado por su propia imagen, Berlusconi se teñía el cabello, solía maquillarse y recurrió en múltiples ocasiones a la cirugía estética.
Su gusto por las mujeres atractivas, acabó costándole en 2009 una estruendosa demanda de divorcio por parte de su segunda mujer, Veronica Lario.
También fue condenado a siete años de cárcel por prostitución de menor y abuso de poder, en el caso de la joven marroquí Ruby, una prostituta que solía participar en las célebres veladas de “bunga bunga” en su mansión de Milán. En 2015, fue definitivamente absuelto de este caso.
Padre de cinco hijos, fruto de dos matrimonios, y con varios nietos, ese personaje único conquistó ya anciano a su nueva pareja, Marta Fascina, de 30 años, exmodelo y diputada de Forza Italia.
Silvio Berlusconi fue operado a corazón abierto en 2016, y volvió a pasar por los quirófanos en 2019 por una obstrucción intestinal. En abril, tras haber sido hospitalizado por problemas respiratorios, exámenes médicos revelaron que padecía una leucemia crónica.