“Nada se crea, nada se destruye, sólo se transforma”

                                                                                                                   Lavoisier

Una vez que Morena ha iniciado su proceso interno para elegir a su candidato a la Presidencia, con objetividad hay que analizar quién sí tiene posibilidades o cuales son descartables como Manuel Velasco, quién logró imponer al partido guinda las condiciones que quería para el PV.

También hay que descartar a Gerardo Fernández Noroña, del PT, a quién deberemos padecer en el Senado y, por último, a Ricardo Monreal quién cada vez se siente más a gusto en su papel de precandidato a la Ciudad de México.

De los tres restantes, Morena presenta alternativas no sólo diferentes sino además opuestas, tanto en lo ideológico como en su relación con AMLO. Es importante señalar que el continuismo del régimen -tal y como el PRI lo ideó- tiene serias diferencias con el maximato que pretende el Presidente.

Con Ebrard, Morena presenta a un candidato de centro izquierda que podría ser visto por los votantes anti-AMLO como una opción a considerar ante el probable triunfo de ese partido en 2024. Ebrard podría ser la alternativa para aquellos que buscan a un hombre más moderado en lo ideológico y con la firmeza necesaria para no convertirse en un títere de López Obrador. ¿Será capaz Ebrard de trazar una línea que le permita no sólo diferenciarse del Presidente y separarse del núcleo duro del partido en el poder, sin provocar la ruptura del movimiento? Tal vez ese sea el reto más complicado de Ebrard para lograr su candidatura. Él es el continuismo.

Marcelo ha transitado por todos los signos políticos: priista -con Manuel Camacho-, perredista cercano a Cárdenas y finalmente morenista con AMLO. Es un superviviente, ambicioso y astuto, de los tres precandidatos de Morena, es quién mejor comprende el poder.

Claudia Sheinbaum tiene todos los elementos que tanto AMLO como el círculo más duro de Morena valoran mejor: totalmente identificada con la ideología del régimen, rendida al liderazgo de López Obrador y comprometida con este para que pueda extender su poder más allá de su presidencia.

Su fortaleza -AMLO- es también su debilidad; pues si bien, contaría con el voto duro de los “amloístas”, despierta entre los votantes anti-AMLO el más duro rechazo. Claudia es el camino más seguro al maximato.

Su condición de mujer no es determinante en la elección y, en el caso de que tuviera que competir con una candidata opositora con carácter, como Xóchitl Gálvez, su abierta sumisión ante AMLO podría ser señalada por sus adversarios como un signo de debilidad. Su paso como jefa de Gobierno no le reporta saldos positivos; no hay ninguna obra pública digna de ser mencionada dentro de su gestión y su aportación a la política nacional es nula.

Adán Augusto López es el más opaco de los tres precandidatos, de su trayectoria como gobernador de Tabasco sólo es digno de ser recordado la deuda pública que le heredó al actual gobernador. Nunca ha hecho un posicionamiento político propio que permita ubicarlo con alguna posición, como Secretario de Gobernación no mostró ninguna capacidad de diálogo ni con el poder legislativo ni con los gobernadores. La inseguridad en el país está en máximos históricos, así como la impunidad de las organizaciones criminales presentes en todo el país. ¿Qué puede ofrecerle a México alguien con un currículum tan pobre? ¿Qué interés puede tener AMLO en un personaje así para sucederlo? Misterio.

¿Apostará AMLO por la continuidad de la cuarta transformación con Ebrard o la imposición de su maximato con Claudia? Faltan por elegir muchos puestos clave para la elección de 2024. Esa será una prerrogativa del candidato ganador y de AMLO.

@Pancho_Graue

 fgraue@gmail.com