Rosario Crisóstomo creyó ser estafada cuando retiraba en México el dinero que le enviaba su hijo desde Estados Unidos. Pero no había engaño, solo que recibe menos pesos porque la moneda local es la que más se ha apreciado en el mundo en el último año.
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Un fenómeno que combina altas tasas de interés de referencia, estabilidad financiera, flujo masivo de remesas e inversión extranjera, ha provocado que el peso mexicano se aprecie 13.45% frente al dólar en lo que va de 2023.
Rosario se cuenta entre los perdedores de esta variación, que por el contrario beneficia a los importadores.
Como ella, 4.6 millones de hogares en México reciben remesas, lo que constituye desde hace años la mayor fuente de divisas del país.
“Creí que me hacían trampa, que me decían que (el dólar) estaba barato para darme menos, pero ya vi que no”, dice desde Piaxtla, remoto pueblo del estado de Puebla (centro), donde vive con su nieto.
Doña Chayo, evita señalar cuánto dinero le manda su hijo Benjamín desde Nueva York. Las remesas en el país promedian unos 380 dólares mensuales, según el banco central de México (Banxico).
¿Y entonces el Superpeso?
En junio, la moneda mexicana tocó sus niveles más altos desde 2016. El viernes, el tipo de cambio cerró en 17.10 unidades por billete verde.
Coloquialmente, ahora se le llama el “Superpeso mexicano” siendo que muchas familias que reciben remesas, están siendo afectadas al cambiarlas por menos dinero.
En marzo de 2020, cuando empezó la pandemia, el tipo de cambio llegó a 25.1 pesos por dólar.
Su fortaleza actual obedece en buena medida a la alta tasa de referencia del Banxico (11.25%). La medida es para combatir la inflación con esta herramienta, pero aumenta a la vez el atractivo de México para los inversionistas, que pueden posicionarse en pesos para capitalizar los altos rendimientos que aseguran los tipos de interés elevados.
Un activo codiciado
“Cuando los inversionistas buscan dónde invertir y buscan en mercados emergentes, no hay otro país con una narrativa como la de México con el ‘nearshoring'”, dice Carlos Capistrán, economista para México y Canadá de Bank of America Merrill Lynch.
En un país que en el pasado sufrió fuertes devaluaciones, la fortaleza del peso mexicano frente al dólar es vista como una buena noticia.
“Pero yo diría (que) es mejor un peso fuerte que las depreciaciones o la devaluación, en términos generales”, dijo hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Rogelio Garcíamoreno, productor de maíz y sorgo y vicepresidente del privado Consejo Nacional Agropecuario (CNA), es a la vez un ganador y un perdedor del “superpeso”.
“Están bajando las cotizaciones de muchos insumos en dólares… Esperamos comprarlos a mejor precio”, señala.
En cambio, la fuerza del peso penaliza las exportaciones de alimentos, como los granos.
“Estos productos se cotizan en dólares. Al día de hoy… nos pega muy duro, porque recibimos menos pesos de lo que pensábamos”, explica Garcíamoreno.
El 80% de las exportaciones de México tienen como destino Estados Unidos, y sus dólares.
La apreciación del peso también impacta a las maquiladoras -fábricas de firmas extranjeras que trabajan con mano de obra local para la exportación-, un sector muy dolarizado de la economía mexicana que se asienta en la frontera con Estados Unidos.
Para esas empresas, “esta devaluación tan grande del dólar es mala porque necesitan más dólares para pagar la nómina y los impuestos” en pesos, explica Jesús Manuel Salayandia, vicepresidente de Maquiladoras de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación.
Sin embargo, los días del “Superpeso” podrían estar contados. Los analistas financieros proyectan una ligera depreciación de la moneda, pues la Reserva Federal estadounidense (FED, por sus siglás en inglés) se encamina a dos nuevas subidas de tasas de interés este año, mientras Banxico espera mantener su tasa sin cambios. Una reducción de ese diferencial podría afectar al peso.
Capistrán estima que hacia finales de año la moneda regresará a niveles de 19 unidades por dólar.
LEG