Estados Unidos informó que dejará de financiar la investigación científica en instituciones académicas israelíes en Cisjordania ocupada.
La decisión del gobierno del presidente Joe Biden revierte una medida tomada bajo el mandato de su predecesor, el republicano Donald Trump, que cuestionaba el consenso internacional de que Israel ocupa ilegalmente Cisjordania desde la Guerra de los Seis Días de 1967.
Una nueva guía para las agencias gubernamentales estadounidenses señala que “participar en la cooperación científica y tecnológica bilateral con Israel en áreas geográficas que quedaron bajo la administración de Israel después de 1967 y que siguen siendo objeto de negociaciones sobre el estatus final es contradictorio con la política exterior de Estados Unidos”, afirmó el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
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Según él, esta restricción “refleja la posición estadounidense de hace décadas”. Pero añadió que Estados Unidos “valora mucho la cooperación científica y tecnológica con Israel”.
Entre los centros que se verán afectados figura la Universidad Ariel, una importante institución académica fundada en 1982.
Miembros del Partido Republicano arremetieron contra la decisión.
El senador Ted Cruz, conocido por sus críticas a Biden, la calificó de “discriminación antisemita” contra los judíos de Cisjordania, y dijo que el gobierno estaba “patológicamente obsesionado con socavar a Israel”.
David Friedman, embajador de Trump en Israel y defensor de la Universidad Ariel, acusó a la administración Biden de seguir al movimiento activista que reclama un boicot a Israel.
El gobierno, sin embargo, asegura oponerse al movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que pide cortar los lazos con Israel en su conjunto.
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Bajo el mandato del secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, Washington tomó medidas para normalizar los asentamientos israelíes en Cisjordania, incluso permitiendo que sus productos fueran etiquetados como “made in Israel” (fabricado en Israel).
El gobierno de Biden ha vuelto a la posición estadounidense de pedir una solución de dos Estados (uno israelí y otro palestino) y de criticar la expansión de los asentamientos bajo el mandato del primer ministro Benjamin Netanyahu.
Washington no ha intentado negociar un acuerdo de paz porque lo ve muy improbable con Netanyahu, a la cabeza del gobierno más derechista de la historia de Israel.