Las repercusiones de un método que deja mucho que desear se vio reflejado en el retiro del Consejo Electoral Ciudadano, conformado por exconsejeros electorales y exministros del tribunal electoral, quienes argumentaron que se alteró el acuerdo original de asesorar un movimiento social y no partidos políticos.
Pero no sólo fue el cambio de condiciones que finalmente conducía a la alianza electoral Va por México, sino que las críticas de la población hacia los integrantes de Consejo Electoral se multiplicaron, porque fueron, en su momento, personas que debieron ser imparciales no sólo en los momentos en los que desempeñaban un papel dentro de la autoridad electoral sino en la vida privada; sin embargo, más de uno aún dentro de sus funciones, se lanzó al ruedo de los medios y les dio por impartir cátedra de democracia, presentar libros, asesorar candidatos, lo cual impidió de manera importante su permanencia en Va por México.
El alejamiento de una élite de personajes que tenían en el pasado la autoridad electoral en sus manos deteriora la solidez que debía tener la recién renovada alianza opositora que deberá aprender de sus errores para ser competitiva. La prueba de fuego de esos tres partidos será lanzar un candidato con el que estén de acuerdo todos, es decir, las cúpulas de los partidos, la militancia y los simpatizantes.
Aquí se observa, al igual que la coalición electoral que encabeza Morena, la necesidad de la unidad. En ambos lados es frágil la cohesión, y menos aún el apoyo generalizado a una figura ganadora de la candidatura. En ambos casos, se anuncia, desde ahora, un voto de castigo que puede dañar, de manera importante, pero que poca merma hará si se mantiene la unidad. Es decir, si en la alianza opositora no le gana el protagonismo y alguno prefiere competir sólo por su partido.
En Morena es igual, porque el protagonismo político es una enfermedad incurable, que no respeta colores, porque si alguna de las corcholatas se mueve, daña al partido en el poder y si bien puede no ganar la elección de 2024, le impedirá a Morena ganar con holgura, las elecciones, o bien tener espacios importantes en el Poder Legislativo.
La salida de los ex consejeros y magistrados, anuncia un deterioro interior en la alianza opositora, pero también en Morena hace agua la unidad, porque desde ahora hay inconformidades que pueden forzar a alguno de sus miembros a apuntarse en otro partido.
Algunos de los morenistas inconformes han exigido piso parejo, debates, límite de campañas, ampliación de medios para dar a conocer sus ideas, etc. Muestra de que no están completamente de acuerdo con las reglas que ellos mismos firmaron.
En el desarrollo de los 72 días para conocer las necesidades de la población se verá quién visita el México profundo y quién se queda en las ciudades sin ensuciarse los zapatos, en el caso de Morena. En cuanto a la oposición deberán debatir entre las cúpulas, el nombre de la persona que los represente, y esto le da ventaja a Morena en cuanto a la penetración dentro de la sociedad que en este momento realizan sus precandidatos.
Pero el peligro de ambos lados no está en el conocimiento del país sino en la unidad. Porque entre ellos, hay un partido que puede capitalizar la división y quedarse con un buen candidato, que es Movimiento Ciudadano, que no es de izquierda ni de derecha sino todo lo contrario, que observa y calla, pero actúa, por debajo del agua, con negociaciones en ambos lados de la política partidista del país.
PEGA Y CORRE.- Uno de los precandidatos de la alianza encabezada por Morena, Manuel Velasco Coello, propone mando único para combatir la inseguridad del país. Una experiencia que ha tenido logros importantes en algunos estados y que deberá probarse a nivel nacional ante los intentos fallidos de la estrategia actual… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.