La tarde de este domingo los ritmos cumbiancheros y las letras desenfadas e irónicas de Chico Che compartieron espacio con los rugidos y restos de los dinosaurios que poblaron la tierra hace 65 millones de años, en el Centro Cultural Los Pinos.
En el helipuerto del que hasta hace 5 años fuese la sede del Poder Ejecutivo desde tiempos del general Lázaro Cárdenas del Río se escucharon las canciones de uno de los cantautores favoritos del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en voz de su hijo, Chico Che Chico, nombre artístico de Roberto Carlos Hernández Rodríguez.
En el marco del 34 aniversario luctuoso del cantante, quien en vida llevará el nombre de Francisco José Hernández Mandujano, su hijo entonó algunos de los éxitos del cantautor que ha sido referido en al menos 5 ocasiones por el titular del Ejecutivo para hacer mofa de la Oposición o burlarse de la Organización de Estados Americanos.
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Durante su presentación, de cerca de 2 horas, Chicho Che Chico -enfundado en un overos negro y usando lentes oscuros- cabro algunas de las mejores letras de su padre, lo que puso a bailar a varios asistentes, en su mayoría adultos mayores, uno de ellos de playera verde que traía “su fiesta aparate” porque bailaba solo y lucía bastante divertido.
En una pausa, representantes de la Asociación de Locutores de la República Mexicana aprovecharon para entregarte el Micrófono de Oro a la viuda del autor de “¿dónde te agarró el temblor?”, Concepción Rodríguez Garduza, quien agradeció el reconocimiento y pidió seguir escuchando la música de su pareja, fallecido el 19 de marzo de 1989 en Coyoacán, entonces Distrito Federal.
En uno de esos momentos en que cantante, bailarinas y músicos se alistaban para la siguiente pieza, desde lejos se escuchaban rugidos, cortos y apagados pero rugidos.
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Esto, porque a lo largo de los jardines que durante décadas sólo fueron contemplados por los expresidentes, sus familias y el personal que los vigilaba están repartidos 12 animatronics de saurios, tanto carnívoros como herbívoros.
Esas piezas como Velafrons coahuilensis y Labocania, Velociraptors, Anquilosaurio, Tiranosurio Rex o Triceratops -los más socorridos por los visitantes- son parte de la exposición Dinos en Los Pinos que estará hasta mediados de octubre en el recinto que, al inicio de su sexenio, López Obrador dijo y volvió propiedad del pueblo de México.
Pero no sólo son dinosaurios animados, también hay réplicas de sus fósiles, como la de un T-Rex que recibe amenazante a los paseantes en el salón principal de la otrora residencia oficial.
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Esos impresionantes restos de esos enormes animales están dispersos entre la biblioteca, y salones del sitio, en diálogo con parte de la colección de pinturas que solo pudieron apreciar los mandatarios mexicanos hasta Peña Nieto, y que incluye piezas de Rafael Coronel y José Luis Cuevas, entre otros.
Pero si está llamativa muestra que ofrece un acercamiento a quienes precedieron a la humanidad sobre la Tierra, con fósiles de trilobites e Ictiosaurios que fueron los dueños del mar durante millones de años, también hay otra sorpresa.
Algunos de esos restos están intervenidos por manos huicholes que a lo imponente de su tamaño y presencia -como el mamut a la entrada del recinto- también le da color a un craneo de Triceratops y otro de un T-Rex que están en algún punto de Los Pinos, esperando los ojos curiosos de quienes los descubren y se toman la selfie junto a ellos.