El Tribunal Electoral también avaló la (no pero si) campaña de las corcholatas morenistas con la condición de que “no hagan llamados al voto’’ ni que manifiesten “explícitamente’’ su intención de ser presidentes del país.

Nada más le faltó agregar a la ponencia: “en caso contrario, serán acusados con sus mamás y sus abuelitas’’.

Cuatro de los siete magistrados electorales avalaron la campaña simulada: Mónica Soto, el muy famoso José Luis Vargas, Felipe Fuentes e Indalfer Infante.

En contra votaron Janine Otálora, Reyes Rodríguez y Felipe de la Mata.

Los magistrados que votaron a favor, al igual que lo hizo la Comisión de Quejas y Denuncias del INE, necesitan unas gafas de realidad aumentada pues las “medidas cautelares’’ que recomendaron a la corcholatiza están siendo violadas diariamente.

A ver, cuando Claudia Sheinbaum o cualquiera de los suspirantes guindas pregunta a sus auditorios que si quieren que se dé continuidad “a la obra del Presidente’’ o que “siga la transformación’’, ¿no es un llamado al voto?

¿No se llama a votar a favor de Morena cuando se pregunta si quieren “que regrese el avión presidencial’’?
La advertencia de que no manifiesten “explícitamente’’ su intención de ser candidatos presidenciales es de risa.

Diario, cinco o seis veces por día, los seis que compiten por el premio mayor en Morena se presentan como los auténticos, los únicos que garantizan “la continuidad del proyecto de la 4T’’.

O qué, ¿el plan de seguridad que presentó Marcelo Ebrard el lunes pasado no fue una oferta de gobierno? ¿Fue acaso una epifanía del exsecretario de Relaciones Exteriores?

¿Ofrecer la seguridad que el país no ha tenido no se toma como pretensión personal de gobernar al país?

Lo aprobado ayer por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no solo demuestra el desacuerdo entre los siete sobre la interpretación de la legislación electoral, sino el miedo de incomodar al Gobierno si la aplican simple y llanamente.

¿Ya claudicaron?

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Hay una medida cautelar más, y es la advertencia de que los gastos de los aspirantes presidenciales morenistas “serán auditados’’.

Seguro eso los puso a temblar de terror.

Ajá.
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Tuvo que ser el líder real de Morena, el auténtico mandamás, o sea el presidente Andrés Manuel López Obrador quien llamara a sus corcholatas a bajarle en el gasto publicitario “porque ya no se necesita’’, dijo.

No es porque se pueda incurrir en una violación a la legislación electoral, sino porque están tan vistos que bien pueden ahorrarse una lana.

El caso es que no fue hasta que López Obrador salió a escena que el presidente (es un decir) de Morena, Mario Delgado, habló del tema pese a que hace una semana Ricardo Monreal le había enviado una carta advirtiéndole del suntuoso gasto de las campañas morenistas.

Delgado afirmó que los espectaculares, las bardas, los objetos utilitarios (como los juegos de sartenes que ayer se repartieron en nombre de Sheinbaum), no son pagados por los precandidatos ni se han utilizado recursos públicos.

Según Delgado, los responsables de la megacampaña han sido “los quedabien’’, es decir, los simpatizantes de cada corcholata que le han invertido con quién sabe cuáles malas intenciones.

Eso sí, anunció que los convocará a un “contundente deslinde’’, lo que motivó la sonrisa sardónica de Monreal… y de medio país.

LEG