¿Qué nos enseñaron ambas cintas sobre el mundo en el que vivimos?


Finalmente se dio uno de los fines de semana más esperado del año: las películas de Barbie y Oppenheimer estrenaron en salas mexicanas y alrededor del mundo. Aunque en la columna pasada discutimos la víspera y por qué era importante, sentí indispensable hablar sobre el después: qué tipo de conversaciones abrirán estas cintas y qué significan para el futuro del cine.

Primero, la más comercial, Barbie. Ha recaudado más de medio billón de dólares tan solo en su primer fin de semana, convirtiéndose en la película con mayor éxito por una directora de todos los tiempos. Greta Gerwig, así como la inevitable y masiva campaña de mercadotecnia, sabían su estrategia.
Sabremos en los próximos días si su controversial recepción del público, con opiniones divididas debido a su exploración de la feminidad, el sistema patriarcal y los roles de género, afectará su desempeño de una forma negativa.

En la sala de al lado, sin aspiraciones colosales de ser exitosa, pero con Oscares definitivamente en la mira, está Oppenheimer. Acá hay muchísima alabanza por parte de la crítica especializada. Hay incluso varios medios de entretenimiento que han puesto a este largometraje como el mejor de Christopher Nolan, un realizador quien ha tenido altos estándares de calidad desde los inicios de su carrera. No es para menos: fue filmada con cámaras IMAX en formato de 70 milímetros, recreó la prueba de la bomba atómica con puros efectos prácticos y, sobre todo, cuenta una historia escalofriante, además de, por desgracia, latente en los noticieros. Las ambiciones de J. Robert Oppenheimer iniciaron una carrera armamentista con consecuencias literalmente devastadoras. Ese miedo por el futuro está presente en los espectadores.

A pesar de a la vista ser muy distintas, ambas películas juegan con dilemas existenciales relevantes para nuestra era, dándonos un vistazo hacia lo terrible que puede ser dejar el mundo arder. En Barbie, vemos el peligro del patriarcado, el cual ha afectado por generaciones a todas las personas y continúa haciéndolo, reemplazando nuestro autodescubrimiento por la búsqueda de falsos ideales de perfección y por perseguir una virilidad que jamás estará satisfecha y solo busca llenar un vacío a través de la manipulación. En Oppenheimer, se revela hasta dónde el poder puede cegarnos, y cómo nuestro anhelo de superación puede convertir sueños en pesadillas sin fin.

Independientemente de qué piensen de estas cintas a nivel narrativo o como piezas de entretenimiento, esta es una experiencia indispensable. Ojalá forme una sociedad más consciente. El cine capaz de generar cambio es el más poderoso. Mientras siga habiendo películas como estas, no habrá quien los detenga. 

 

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