“En un mundo siempre cambiante e incomprensible, las masas habían llegado al punto en el que, al mismo tiempo, creían todo y nada”, afirmaba Arednt. Esta paradójica situación no se ha quedado en el pasado. Al contrario, ha resurgido con una fuerza renovada. Los motivos que la impulsan, siguen siendo inciertos. Sin embargo, en el actual escenario político, el nombre de Donald Trump sigue resonando, contando con un respaldo que supera incluso el que tuvo durante su campaña en 2016.
Este hecho resulta interesante, pero también inquietante; pues hoy, a pesar de enfrentar un pasado oscuro, el magnate ha conseguido sumar nuevas preferencias rumbo al mandato presidencial, con 58% que asegura que lo apoyaría como candidato. Es importante destacar que Trump continúa liderando las primarias con una ventaja de más de 30 puntos sobre Ron DeSantis y, en las encuestas presidenciales, se encuentra muy cerca de Joe Biden.
Ante ello, cabe señalar que en los próximos días es probable que enfrente una nueva lista de cargos federales relacionados con su responsabilidad en el ataque al Capitolio. Esta sería la tercera investigación en su contra que culmine en imputaciones formales y serias.
Frente a esta situación, Trump ha optado por abordarla de la manera que le es característica: desacreditando las instituciones y alegando ser víctima de una cacería de brujas por parte de la administración Biden, como si el proceso legal no existiera y como si las instituciones tuvieran el poder de socavar a quien deseen sin pruebas ni fundamentos.
Sin embargo, lo que es más sorprendente es la actitud de muchos políticos republicanos y medios de comunicación afines, que han cerrado filas en torno a Trump. Es casi surrealista que un segmento tan considerable del electorado esté dispuesto a perdonar y respaldar a alguien que enfrenta tal cantidad de cargos. En el pasado, incluso una trasgresión moral era suficiente para hundir aspiraciones presidenciales; pero ahora, el apoyo al exmandatario parece resistir, lo que refleja una nueva dinámica en el panorama político estadounidense.
Por otro lado, es preocupante ver cómo algunas figuras republicanas han llevado el discurso anti-México a otro nivel. Llamados a bombardear territorio mexicano o enviar tropas para detener el narcotráfico reflejan un cambio genuino dentro de la política republicana, ya que, durante décadas, respaldaron una relación más cercana con México, pero ahora han adoptado posturas más hostiles. Este giro en la retórica no ha recibido suficiente atención, pero es un tema que podría cobrar relevancia a medida que avance la campaña presidencial.
La política estadounidense se encuentra en un momento de transformación que desafía la lógica y las normas tradicionales. Las próximas elecciones presidenciales podrían ofrecer respuestas a muchas interrogantes sobre el rumbo de la nación y su relación con México y el resto del mundo. No obstante, sólo el tiempo dirá cómo se desenvuelven los acontecimientos y qué consecuencias traerá consigo el apoyo a un líder tan carismático como polémico.
¿O será otra de las cosas que no hacemos?
Consultor y profesor universitario
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