¿Alguien ha visto por ahí de casualidad al líder del SNTE Alfonso Cepeda Salas? ¿No?

Pues no es casualidad.

El dirigente magisterial ha escondido la cabeza como avestruz en el debate sobre el contenido de los libros de texto gratuito de educación básica para el próximo ciclo escolar.

La última vez que se le vio en público fue el 15 de mayo pasado, cuando, en la ceremonia por el Día del Maestro, comprometió el apoyo del magisterio nacional “hasta el último día de su mandato’’ para concretar la reforma educativa de la 4T.

Cepeda, en un acto de zalamería innecesaria, llamó al presidente López Obrador “defensor de la educación pública como de los derechos de los maestros’’.

Por eso no ha asomado la cabeza en este debate, que no es nada banal, sobre el contenido de los libros de texto gratuitos.

En otras administraciones, el SNTE tenía voz en esta discusión.

Domesticado, ahora el otrora poderoso sindicato es testigo de cómo los contenidos se ideologizaron de manera grotesca, con errores indignos de una Secretaría encargada del sistema educativo nacional.

Los planes y programas se explicaban a los maestros semanas antes del inicio del ciclo escolar, pero ahora llegarán casi con los ojos vendados a tratar de explicar a los alumnos la visión oficial del país guinda que tenemos.

En cientos de miles de casos, los maestros habrán de contradecirse en las aulas pues deberán explicar a los alumnos que avanzaron de grado cómo es que cambió, por ejemplo, la histórica “Noche Triste’’ por la “Noche de la Victoria’’, nada más de un plumazo.

Si los alumnos de primer ingreso de nivel básico son, por ponerlo de manera decente, en quienes se experimentarán los nuevos contenidos, no funcionará lo mismo con quienes van más aventajados, en cuarto, quinto y sexto grado.

Habrá pues una confusión entre alumnos y maestros.

No todos quienes forman parte del SNTE son revolucionarios radicales; los más tienen un sentido de pertenencia y compromiso social que seguramente les hará cuestionar si lo que enseñan es lo correcto.

Bueno, cómo estará el asunto que hasta la temible Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la organización antagónica del SNTE, rechazó los libros que tanto debate han generado.

¿Y la Asociación Nacional de Padres de Familia? ¿También se escondió?

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Algo muy turbio debe haber en el supuesto suicidio de la teniente de fragata, Gloria Carolina Cházaro Berriel, para que la propia embajada de británica en México haya pedido una investigación y el esclarecimiento de los hechos.

La teniente, la única mujer en la Marina Armada de México en comandar una embarcación, apareció muerta en la casa de sus padres en Veracruz, suspendida de un cable atada a una escalera.

La fiscalía estatal -buena para perseguir enemigos políticos-, calificó la muerte, ocurrida la madrugada del 11 de junio pasado, como un “suicidio’’, aunque familiares y amigos cercanos niegan rotundamente que la teniente haya manifestado alguna intención de acabar con su vida.

Las autoridades veracruzanas, por alguna razón, no investigaron a la pareja de la teniente, el piloto de helicópteros Octavio Capetillo, con quién antes del fatal suceso había discutido acaloradamente.
Capetillo desapareció desde esa fecha y nadie sabe su paradero.

La representación extranjera solicitó el esclarecimiento de los hechos y lamentó la muerte de la marina mexicana, becada por el Ministerio de Relaciones Exteriores británico.

A ver.

LEG