En medio de la creciente crisis migratoria en Estados Unidos, la ciudad de Nueva York se encuentra en el centro de una controversia política y humanitaria. Los gobernadores republicanos de estados fronterizos, liderados por el de Texas, Greg Abbott, enviaron autobuses llenos de migrantes hacia ciudades demócratas, como Nueva York, Chicago y Washington, intentando ejercer presión en torno a la crisis de migración.

Esta situación llevó a Nueva York a enfrentar una realidad sin precedentes: miles de migrantes llegando a su puerta en busca de refugio y esperanza. El alcalde Eric Adams, demócrata, asumió una postura compasiva, pero firme, al respecto. Ante el colapso del sistema de atención a personas en situación de calle y la inminente crisis humanitaria, declaró un estado de emergencia en la ciudad, para responder a la afluencia de solicitantes de asilo que llegan día a día.

Más de 17 mil inmigrantes llegaron a Nueva York a partir de abril pasado, con un promedio de cinco a seis autobuses diarios desde principios de septiembre. Esta situación llevó al límite los recursos y la compasión de la ciudad.

Aunque los gobernadores republicanos afirman que buscan presionar sobre la crisis de migración, el costo humano y económico recae sobre las ciudades receptoras. Se estima que la atención a migrantes podría costarle a Nueva York hasta 2 mil millones de dólares.

En respuesta a la situación, el alcalde Adams anunció la apertura de dos centros de emergencia para albergar a las y los migrantes que lleguen en los autobuses enviados por el gobernador Abbott; además de refugio, les brindarán alimentos y atención médica, y se trabajará para conectar a estas personas con familiares y amigos dentro y fuera de la ciudad.

Sin embargo, la situación no sólo requiere la respuesta compasiva de las ciudades receptoras, sino también una acción firme por parte de la administración federal. El alcalde Adams instó al Gobierno del presidente Joe Biden a intervenir en la crisis y proporcionar los recursos y apoyos necesarios para enfrentar la afluencia de migrantes.

La crisis de personas migrantes en Nueva York es una llamada de atención para el vecino país del norte. Se requiere una respuesta conjunta y coordinada que garantice el respeto a los derechos humanos de quienes buscan refugio y protección en ese país, incluyendo cientos de mexicanas y mexicanos.

El alcalde Eric Adams está mostrando liderazgo en medio de la adversidad, pero su llamado debe ser escuchado por todos los niveles de gobierno. Es hora de que el país se una y encuentre soluciones reales y sostenibles. La humanidad y la justicia deben prevalecer sobre la política partidista; sólo entonces se podrá construir un futuro más inclusivo y empático para todas y todos.

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