En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el pueblo maya evoca su lucha continua por la identidad y la soberanía, una lucha que tuvo su génesis en la Guerra de Castas en 1847. Aunque esta batalla puede haber terminado, los ideales de conservar sus tierras ancestrales y el autogobierno persisten como desafíos inquebrantables.
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Desde la época de la Conquista hasta los días actuales, las comunidades indígenas han enfrentado la marginación, la humillación y la explotación. A pesar de esto, hubo grupos que se alzaron en resistencia constante contra estos abusos. Aunque muchas veces estos levantamientos eran aplastados de inmediato por el régimen dominante, la lucha del pueblo maya en la Guerra de Castas, que comenzó en 1847 y se extendió por más de 50 años, demostró ser un desafío mayor.
La situación de los mayas en esa época era cada vez más insostenible. Estaban subyugados bajo un sistema semi-esclavista que los había desposeído violentamente de sus propias tierras. Se les obligaba a trabajar jornadas extenuantes a cambio de vivir en chozas precarias y recibir magros salarios que solo podían canjear en tiendas controladas por los explotadores.
Aunque las condiciones políticas y sociales han evolucionado, la marginalización persiste. En Quintana Roo, se estima que aproximadamente el 11 por ciento de su población, unos 204 mil habitantes, se identifican como descendientes de los mayas. A pesar de su presencia en los municipios de José María Morelos, Felipe Carrillo Puerto y Lázaro Cárdenas, estas comunidades enfrentan dificultades para beneficiarse equitativamente del crecimiento del estado.
Según el doctor Francisco Rosado May, fundador y exrector de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo, los mayas orientales se rebelaron hace 176 años en busca de condiciones dignas de vida. Aunque han habido cambios, las raíces de opresión, maltrato, desigualdad en la repartición de la riqueza, del acceso a la educación y a la salud persisten.
“A cerca de dos siglos de este evento, ha habido cambios, pero las mismas raíces que condujeron a la rebelión de 1847, opresión, maltrato, mala distribución de la riqueza, de la educación y acceso a la salud sigue presente, hay cambios, pero esencialmente la transformación no existe”, afirmó.
Falta reconocimiento
Para Mayusa González Cahuich, promotora de los derechos y de la protección de las mujeres, y defensora de la cultura maya, presidenta de la asociación civil La Fuerza del Corazón, explica que aunque ya existe un reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, dentro del discurso político la etnia maya es visibilizada, en la realidad es otro.
“Los mayas estamos en el palacio municipal, en las secretarías, en el sector salud, y a pesar de que estamos en todos los espacios de gobierno aún somos víctimas de racismo, de clasismo y por lo tanto de discriminación, aun no se reconoce, aunque está dentro de la ley, no se reconoce la autonomía y libre determinación de los pueblos”, explicó.
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