El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, pintó su raya con la dirección del Movimiento Ciudadano porque, dijo, “no va a ninguna parte’’.
En realidad, se trata de un asunto de supervivencia política.
Alfaro tiene en sus manos las encuestas que revelan una ventaja de Morena en las preferencias electorales para las elecciones de gobernador del próximo año.
Dante Delgado, dueño de Movimiento Ciudadano, ha rechazado sistemáticamente la posibilidad de ir en alianza con el PAN-PRI y PRD, no solo en la carrera por la presidencia del país sino en las elecciones estatales.
Solo que, desde hace meses, el gobernador de Jalisco viene tanteando el ambiente político y sabe que sin alianzas el MC puede perder la gubernatura y las principales ciudades del estado que hoy gobierna.
Delgado cree que pueden competir solos, pero está equivocado.
Para asegurar el triunfo, el MC requiere de los más de 20 puntos que representa la oposición en contra de Morena.
¿Cómo se definirá la candidatura del MC en Jalisco si el gobernador, que se supone lleva “mano’’ en la elección del abanderado rompió con la dirección del partido, que debe avalar dicha candidatura?
No falta mucho tiempo para tomar la decisión pues aun cuando Dante Delgado ha dicho que “respetarán los tiempos electorales’’ y será hasta diciembre cuando el MC dé a conocer el nombre de su candidato presidencial, en los estados todos los partidos y todos los aspirantes ya traen un carnaval.
La calma de Dante, que podría ser una señal de tener todo bajo control, también es interpretada como una falta de certeza del rumbo que debe tomar el partido.
Por donde se busque, no se ve cómo el MC puede disponer de nueve perfiles para competir por igual número de gubernaturas en disputa; no se ve cómo puede reunir a 300 candidatos a diputados federales y 128 a senadores, sin contar las decenas de candidatos a presidencias municipales y diputaciones locales.
A eso se refería Alfaro al hablar sobre el rumbo por el que llevan al MC, a días de que inicie formalmente el periodo electoral del 2024.
Por lo pronto, él buscará cómo sobrevivir a una eventual catástrofe.
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Dice Mario Delgado que Marcelo Ebrard “no presentó pruebas en contra de Claudia Sheinbaum’’ por lo que, se entiende, no tiene derecho a quejarse.
Efectivamente, que se sepa el canciller no presentó videos, grabaciones de voz, correos electrónicos, facturas, fotografías, tomas de satélite, investigaciones del FBI o de los Hombres de Negro para sustentar sus acusaciones sobre el acarreo y el dispendio de recursos en la campaña de la ex jefa de gobierno de la CDMX.
Nomás bastaría con que el encargado de Morena (el que dirige es López Obrador) se diera una vuelta por cualquier colonia capitalina, o saliera a los municipios conurbados para darse cuenta de que sí hay una favorita.
¿De dónde salieron los recursos?
Delgado dijo hace unas semanas que fueron los “queda bien’’ quienes hicieron el gasto millonario de bardas, espectaculares, acarreos, rentas de auditorios, equipos de sonido, transporte, etcétera.
Pero esas pruebas no son suficientes.
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Muchas personalidades han salido en defensa y apoyo del exconsejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, víctima de una infamia que lo presenta como un discriminador en un libro de texto gratuito.
Córdova tiene un lugar en la historia de la defensa de la democracia en este país; pretender desprestigiarlo con un texto exhibe más a sus odiadores que a él.
LEG