El pasado mes de abril, la marca mexicana de alimentos La Moderna lanzó al mercado una sopa de señas. En primera instancia, según informaron, para fomentar la inclusión. Y esta idea resultó como inspiración o consecuencia de la plataforma web Sopita de señas, que es básicamente un traductor del español a la Lengua de Señas Mexicana (LSM).
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Pese a que se trataba de una sopa que no podía hacer mal a nadie y que incluso respondía a un ejercicio interesante para promover la inclusión, usuarios comenzaron a advertir, semanas después de que se pusiera a la venta, que la marca mexicana no había usado la Lengua de Señas Mexicana, sino la Americana (ASL, por su nombre en inglés). Y claro esta confusión –deliberada o no– representa un problema porque las dos lenguas son distintas.
Sin embargo, no sucedió nada. Reclamos y denuncias hechas a través de redes sociales por parte de los usuarios y de la comunidad sorda (y oyente) no lograron cesar la venta o siquiera algún posicionamiento por parte de la marca mexicana. Incluso, se le ha reconocido públicamente por la iniciativa.
Un fenómeno común
La inclusión resulta no serlo tanto cuando el discurso no empata con las acciones. La Moderna, como muchas otras marcas, replicó, para mal, una situación que pudo haber sido gestionada con mayor ética y respeto para la comunidad sorda de México. Se vuelve un problema en el momento en que estos ejercicios lucrativos no asumen la responsabilidad de lo que están llevando a cabo.
Desarrollar a la ligera un espacio que busque inclusión y en su lugar genere discriminación, revictimización, desinformación sólo engrandece la brecha y tiene un efecto contrario socialmente, aunque para las empresas siga siendo funcional, pues obtienen un beneficio económico.
Finalmente, como apunta Érick Arellano, presidente de la Coalición de Personas Sordas de la Ciudad de México y representante del Pacto por la Comunidad Sorda de la Ciudad de México: “urge a cambiar el enfoque de la discapacidad con el fin de que se abran espacios accesibles para todas las personas -en igualdad de condiciones, tanto para las personas con discapacidad, como para el resto de la sociedad-.”