No tiene empacho el presidente Andrés Manuel López Obrador en usar recursos públicos, con la difusión desde Palacio Nacional de su conferencia mañanera, para hacer abierta campaña a favor de su partido político y sus candidatos. Lo hizo ayer, y lo hace con frecuencia, porque puede y porque sabe que no tendrá mayores consecuencias.

El abierto llamado al voto por su facción viola claramente las leyes electorales. Y además lo sabe, porque uno de los líderes sociales que más luchó desde la oposición por lograr una regularidad democrática y una competencia electoral pareja fue López Obrador.

Pero ahora desde un poder con tintes autoritarios hace exactamente lo contrario, y a niveles no vistos, al menos este siglo, porque el presidente tiene un solo objetivo, conservar el poder al costo que sea.

Con todas sus letras, como para relevar cualquier presentación de pruebas, López Obrador confiesa que para él “lo más importante en estos tiempos es votar por el proyecto”.

Y después, adelanta la forma como él mismo pretende subirse a la boleta electoral. López Obrador le dará un tratamiento de referéndum a las elecciones del 2024. Pretende que sus seguidores vayan a las urnas con la idea de estar votando por él y no solo por su ungida, sí ungida.

Ese no es precisamente un adelanto de un retiro de la política, es una primera llamada de un Maximato morenista con quien ya ha jurado que a la autollamada Cuarta Transformación no le va a cambiar ni una coma.

Ahora, el éxito de la estrategia electoral del Presidente va a depender de muchas cosas. De la capacidad de movilización de sus bases, lo cual no implica ningún problema con la cartera de presupuesto abierta.

Depende también de la manera como el descomunal poder presidencial pueda apabullar y silenciar cualquier intento de las autoridades electorales, Instituto Federal Electoral y Tribunal Electoral, de quererse atrever a que se cumplan las leyes.

Y también va a depender de que la opción opositora no despierte muchas expectativas entre aquellos que alcancen a ver un poco más allá del carisma presidencial.

Faltan 277 días para la jornada electoral, poco más de nueve meses, que podrían ser suficientes para que los electores, incluso los seguidores del lopezobradorismo, optarán al menos por equilibrar el poder vía la conformación del congreso.

Por lo pronto, ya que el Presidente confesó que, para él, hoy, lo más importante es que se vote por su proyecto, lo que sigue en estos días es garantizar que internamente no haya mayores rupturas tras la confirmación de quien siempre ha sido su carta fuerte para la candidatura.

Ya después, de la mano de su amigo Dante Delgado su Movimiento Ciudadano, vendrá todo el peso para frenar a la oposición y con ello tratar de evitar que el país repita lo que ha sido la constante democrática del siglo: la alternancia en el poder.

Hay que decirlo, el Presidente no engaña a nadie, dice lo que piensa y lo hace, porque “su pecho no es bodega” y ahora nos anuncia su prioridad de gobierno, conservar el poder. Sí, al precio que sea.

 

     @campossuarez