Diego Victoria entrelaza las manos, toma su tiempo y explica cómo alimentó ese sentimiento de desesperanza que lo orilló a tomar la determinación de quitarse la vida hace un año.
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“Fue el encierro de dos años por la pandemia, no saber cómo afrontar la nueva normalidad, lo que se sumó a varias situaciones personales que fueron alimentando ese sentimiento de ira, miedo y, principalmente, dolor emocional”, responde el joven quien porta una gorra blanca, distintivos contrata el suicido y comparte con 24 HORAS su historia.
No era la primera ocasión que este joven de 25 años buscaba acabar con su existencia, tuvo otras dos tentativas, “mi mente se nubló por completo de estos pensamientos negativos, de estas ideas de muerte, de esta idea de que tal vez yo nunca sería capaz de salir de ese abismo, de salir de todo ese sufrimiento”.
Diego consideró que no sería capaz de hacer frente a ese dolor emocional que no tenía ningún objetivo real, algo que lo hiciera levantarse todos los días y cada día sentía como una carga para los demás.
El joven describió que entre cada intento de suicidio transcurrió aproximadamente un mes, siendo la desesperación y la frustración el factor detonante en cada una de ellas.
Por otra parte, aseguró que su familia no se percató de la situación que él atravesaba y fue únicamente una amiga cercana quien lo acompañó en su peor momento, pues con ella siempre tuvo la confianza y encontró un refugio para expresar el dolor que sentía.
“Algo que nos caracteriza a quienes tenemos ese tipo de actitud, de conductas de riesgo, conductas suicidas, es que no nos motivamos, no queremos que los demás sepan lo que estamos sintiendo en este momento por miedo al rechazo, por miedo a la estigmatización, por el miedo a que nos desamparen emocionalmente”, alertó.
Quienes han atravesado por un intento de suicidio, así como sus familiares, y expertos señalan que la falta de comunicación para poder transmitir emociones durante momentos difíciles es una de las principales causas para que alguien atente contra su vida.
Dolor y carga por la ausencia de un hijo
En tanto, Consuelo García y su esposo, el señor Jesús Acevedo, relataron a este diario que su hijo se suicidó hace dos años, a la edad de 14 años, tras lo cual han tenido que enfrentar una constante lucha de emociones, lo que los ha llevado a buscar ayuda psicológica y tanatológica para poder continuar.
El señor Acevedo explicó que una de las cargas a las que se han enfrentado es al rechazo y reproche, pues afirma que hay quienes culpan diciendo “que tú fuiste, que tú hiciste algo malo, cuando uno sólo quiere lo mejor para los hijos”,
Mientras que Consuelo García relató que lo más difícil ha sido lidiar con la ausencia de su hijo y mantenerse fuerte para sus dos hijas, además de enfrentar “el miedo de volver a fallar”.
Ahora, la familia compuesta por madre, padre y dos hijas se unen para tratar de cerrar esa herida y lo tratan con un grupo de ayuda con familiares de quienes atraviesan por esta pena.
Se abrazan, portan una playera con el retrato del integrante de la familia que ya no está con ellos y en ella se lee: “En honor a Marcos”.
Es un hecho social y no individual
La psicóloga y tanatóloga Aline Rivera, especialista en psicoterapia infantil, en tanatología resiliente y en suicidología explicó que las estadísticas a nivel nacional refieren que en 2020 hubo más de 7 mil muertes; mientras que a nivel global cada 40 segundos alguien se quita la vida; siendo la población de entre los 13 y 35 años donde existe mayor índice de conductas suicidas.
En tanto, en 2021 sucedieron 8 mil 351 fallecimiento por lesiones autoinflingidas, lo que supone una tasa de suicidio de 6.5 por cada 100 mil habitantes.
“Es un hecho social más que individual (…) podemos hablar desde factores sociales, factores económicos, factores familiares, cuestión de abuso, algún trauma psicológico por el cual esté atravesando, también la parte de los duelos no resueltos”, dijo.
Línea de Seguridad y el Chat de Confianza 55 5533 5533, del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.
Frase:
“Las redes sociales en el suicidio pueden funcionar como una herramienta para generar redes de apoyo o pueden generar situaciones de acoso o bullying con un impacto negativo”.
Aline Rivera, especialista en tanatología resiliente y en suicidología
LEG