Vivimos en un territorio de tremores, políticos y sociales, localizado territorial y cronológicamente, por los menos centennials, en el chilango 1985.

El sismo social de aquel año repercute hasta nuestros días. Inició con la caída del edificio del control territorial que ejercía el PRI en la capital nacional y continúa con los estremecimientos para incorporar y alternativamente desplazar a los protagonistas de todos esos años.

Incluso a los del PRI diferentes de Alito Moreno. O los semejantes provenientes de las escisiones del tricolor.

Hay dos candidaturas atractivas a la mano para Morena. Clara Brugada Molina y Omar García Harfuch están en el centro del proceso histórico, social y político capitalino, comenzado en 1985. Quien tiene el bastón de mando seguramente tomará la mejor decisión. Y la ciudadanía corresponderá al acierto. O no.

La Ciudad de México ya fue plataforma de un Presidente, Andrés Manuel López Obrador, y una futura mandataria, Claudia Sheinbaum Pardo.

Los mismos que fundaron y fundamos organizaciones sociales, radicales sin armas, insurgentes e intolerantes, socialdemócratas y parlamentarias, sindicales y de la sociedad civil, atestiguamos en la víspera de 2024 diatribas, politiquería, jaloneos y enredijos, también solidaridad y comunidad, diseñados para tratar —si no de impedir— el avance de una u otro.

Todas y todos quienes disputarán las posiciones de poder, salvo contadísimas excepciones, forman parte de aquel lejano movimiento social de 1985 una de cuyas expresiones más exitosas es Morena y, del otro lado, los vestigios derrotados y acumulados de los últimos 38 años, derruidos por su propia ineficacia política o abierta corrupción en los años 2000 al 2018.

El próximo 2024 ya está perdido para la oposición, según todos los estudios demoscópicos.

En una apuesta prematura, aunque no miope, la clave es condicionar a Brugada y a García Harfuch. Se den cuenta o no las puntas aparentes de la lanza contra ella y él, se intenta tras bambalinas un espacio de participación de un conjunto de intereses territoriales, familiares, económicos y políticos de dentro y fuera de Morena, uno para quienes es indispensable bloquear o al menos encarecer la victoria. Según el careo de El Universal, el último y único a la vista, prácticamente ya desde el 14 de agosto, Brugada estaba empatada con García Harfuch y podrían ambos con relativa facilidad ganar la ciudad capital, con o sin perorata opositora.

Aquel 19 de septiembre de 1985, la ciudadanía encontró fuerza y voluntad colectiva ante el vacío institucional y la reacción tibia y tardía del presidente Miguel de la Madrid frente a la tragedia. Hoy AMLO, 23 gubernaturas y la preeminencia de la corriente más social del “movimiento” se halla detrás de Brugada en situación compleja pero conquistable. O detrás del notable García Harfuch.

Una parte central de la comprensión del fenómeno político ciertamente lo tiene en sus manos el jefe de Gobierno, Martí Batres. Otra, todas y todos.

    @guerrerochipres