Para Juan Carlos Molina, un hondureño de 23 años varado en México a mitad de su éxodo hacia Estados Unidos, no hay más alternativa: “Estamos esperando que activen los trenes“, el único medio que tiene para llegar a su destino, ahora detenido por riesgos de seguridad.
“Que haya confirmación que el tren ya está funcionando y nos vamos”, dijo el sábado a la AFP este migrante estancado en Ciudad de México desde que Ferromex, el mayor operador ferroviario del país, detuvo el martes un 30% de sus operaciones, agobiado por el flujo de indocumentados que intentan abordar los vagones.
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Molina desafía el anuncio del gobierno mexicano que endureció el viernes las medidas de seguridad en el sistema ferroviario para evitar que miles de migrantes como él utilicen este medio.
El plan contempla 15 acciones que incluyen “intervenciones” a los viajeros que suban a los trenes, pero también a quienes estén en carreteras o en la vía pública, así como el retorno a sus países de los que sean detenidos.
El objetivo, según el Instituto Nacional de Migración (INM), es “evitar que las personas migrantes arriesguen su vida” en los trenes, donde viajan encaramados a vagones de carga, muchas veces conteniendo materiales peligrosos, y donde las caídas o la mutilación de extremidades son moneda corriente.
Hasta el martes, unas 4 mil 300 personas permanecían sobre las locomotoras o en los patios de operaciones de Ferromex en ciudades como Torreón, Irapuato, San Francisco de los Romo o Chihuahua, reportó la compañía.
Seguir el rumbo
Pero Molina no pretende ser polizón por gusto. Parado cerca de la terminal de autobuses del norte de Ciudad de México, cuenta que rechazaron venderle boletos para Monterrey por no tener documentos que certifiquen su tránsito legal por el país.
“No tenemos ningún permiso que nos avale para poder viajar”, lamenta el hondureño, parado entre decenas de vetustas tiendas de campaña donde cientos de migrantes irregulares pernoctan alrededor de la terminal, localizada sobre una avenida ruidosa y transitada.
“Cuando hay gente acampando es porque están igual que nosotros, están esperando que les manden plata, o andan buscando la mayoría trabajar, para seguir el rumbo, para completar el pasaje”, explica Diógenes González, venezolano de 33 años.
El sudamericano llegó el viernes procedente de Chiapas, junto a su esposa y dos hijos menores, y especula que la disparada de migrantes observada en septiembre puede responder a rumores diseminados entre esta población.
“Dicen que la frontera está abierta, dicen que van a cerrar el 28, son muchas cosas que dicen”, resume González, quien prefiere concentrarse en conseguir los 2 mil 500 pesos de los boletos de autobús para viajar con su familia a Monterrey.
De lograrlo asegura que solo les quedaría recorrer un último tramo hasta Piedras Negras, vecina de la estadounidense Eagle Pass, donde el clima no es amigable.
“Situación descontrolada”
El récord de casi 233 mil migrantes que cruzaron la frontera sur de Estados Unidos en agosto, según datos oficiales, ha hecho que las autoridades de Texas, estado donde se ubica Eagle Pass, decidan fortificar su frontera con un enjambre de militares armados y alambre de púas.
Y la escalada continúa en septiembre. Migraciones de México confirmó el viernes que en lo que va del mes ha detenido a 189 mil migrantes, lo que supone un promedio diario de 9 mil personas.
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En tanto, los vecinos de la central de autobuses del norte de Ciudad de México ya sienten el impacto de una crisis humanitaria que, por lo regular, resulta ajena y distante para los capitalinos.
“La situación está descontrolada, los albergues desbordados”, explica a la AFP Pamela Simunovic, vecina del albergue de migrantes Cafemin, ubicado frente a la terminal.
“No hay capacidad para atender a tanta gente, y evidentemente, como no pueden entrar (…) hacen sus necesidades, duermen en colchones” en plena calle, añade Simunovic agobiada.
La canciller mexicana, Alicia Bárcena, reconoció el viernes en el marco de la Asamblea General de la ONU que México está “desbordado” por el flujo migratorio e informó que el presidente Andrés Manuel López Obrador busca reunirse en noviembre con su homólogo estadounidense, Joe Biden, para abordar esta problemática.
EAM