Hoy, jueves 28 de septiembre de 2023, se cumplen dos años de que la exhumación de los cuerpos de la masacre de Chiul, Cunén, Quiché, en Guatemala, fuera interrumpida y suspendida por el intento de secuestro, a mano de los exmilitares, del único sobreviviente del aniquilamiento perpetrada “el 21 de mayo de 1988 en la aldea Chiul, Cunen, Quiché en Guatemala, donde fallecieron 115 niñas y niños y cientos de hombres y mujeres”, tal como reportamos en este medio el pasado 21 de agosto del presente año, cuando entrevistamos a Arnulfo Oxlaj.
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A dos años de “haberse evitado la exhumación, se ha tratado, además, a toda costa, de intimidar”, el también activista no ha dejado de ser perseguido políticamente, “criminalizado y amenazado de muerte, con el objetivo de silenciar y desacreditar su testimonio acerca de la masacre para que este crimen de lesa humanidad continúe en la impunidad”, tal como apunta su propio testimonio.
Es en este territorio de Chiul, Cunén, El Quiché, ubicado en la Sierra de los Cuchumatanes, que se encuentra el “antiguo destacamento militar donde se encuentra ubicado el pozo del que Arnulfo Oxlaj fue el único sobreviviente de entre 116 niños y niñas mayas K’iche’ pertenecientes a Ajq’ijab, guías espirituales, así como de cientos de mujeres y hombres mayas que fueron torturados, violados y asesinados con inaudita violencia”.
La importancia de la memoria
La insistencia tiene un porqué. No es gratuito que, a tantos años, el también fundador de la fundación AMOR, siga buscando la reivindicación y la salvaguarda de la memoria de todas las personas que fueron asesinadas en aquella masacre donde el ejército comandado por Mario Vinicio Cerezo Arévalo fue quien consumó el hecho. Arnulfo volvió “de entre los muertos” –como contó en entrevista con 24 Horas– con el cometido de “obtener la evidencia para el reconocimiento de la verdad e iniciar el proceso de construcción de paz”.
“Esta masacre ocurrida el 21 de mayo de 1988 en CHIUL, forma parte de los actos de limpieza racial que se ejercieron entre 1960 y 1996 con la intencionalidad de desaparecer al pueblo maya”, apunta un documento enviado por la organización Chiul es memoria. “La lucha por la memoria histórica es la herramienta que permitirá resignificar el doloroso pasado que ha vivido, el olvido es nuestro peor enemigo”.