Marina Ovsiánnikova, la exeditora del Canal Uno (financiado por el gobierno de Rusia) conocida por sus protestas públicas contra las acciones de Moscú, fue condenada in absentia a ocho años y medio de prisión por un tribunal del Distrito de Basmanni, en la capital del país. Se le declaró culpable de supuestamente difundir información falsa sobre el ejército ruso.
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Los cargos surgen de la protesta de Ovsiánnikova cerca del Kremlin en julio de 2022, donde exhibió un cartel condenando al presidente ruso Vladímir Putin por la invasión a Ucrania, llamando “fascistas” a los soldados rusos y denunciando la muerte, hasta ese momento, de 352 niños.
Ovsiánnikova fue detenida por dicha protesta, pero luego escapó de su arresto domiciliario a Francia con su hija, adquiriendo la protección consular del gobierno de Emmanuel Macron, lo que la incluyó en la lista de personas fugitivas del Kremlin. Su hijo y su ahora exmarido, Igor Ovsiánnikov, director de televisión de RT (otro canal financiado por el estado), se quedaron en Rusia y cortaron el contacto con Ovsiánnikova.
Semanas antes de su protesta ante el Kremlin, la periodista llamó la atención internacional por primera vez cuando interrumpió, en marzo de 2022, una transmisión de televisión rusa en vivo, sosteniendo un cartel que decía “detengan la guerra” y “les están mintiendo”.
Este miércoles, la ministra francesa de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, condenó la sentencia impuesta a la periodista: “La propaganda rusa es un arma por derecho propio en la guerra de agresión de Rusia en Ucrania”, y subrayó “la represión llevada a cabo por las autoridades rusas contra las voces críticas con el poder”.
Desde la invasión a Ucrania, la represión estatal rusa contra la disidencia interna ha aumentado considerablemente. Según la organización Freedom House, la legislación se ha utilizado para silenciar o atacar a figuras de la oposición, activistas de derechos humanos y antiguerra, así como medios de comunicación independientes. Además, se ha prohibido llamar al conflicto una “invasión”, por lo que a los medios controlados por el estado se les obliga a referirse a ella como una “operación militar especial”.
La calidad de la libertad de prensa rusa ha caído en los últimos años. Reporteros sin Fronteras ubicó a Rusia en el puesto 164 entre 180 países en su Índice Mundial de Libertad de Prensa 2023, ya que los medios de comunicación independientes se han enfrentado a prohibiciones, bloqueos y designaciones oficiales como “agentes extranjeros” u “organizaciones indeseables”.
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