“Los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que en tiempos de crisis moral mantienen su neutralidad.” Dante Alighieri
Las declaraciones de AMLO en las que manifiesta su “neutralidad” ante los ataques de Hamás a Israel y negarse a declarar a estos asesinos como terroristas tiene varias explicaciones pero ninguna justificación.
El 1 de junio de este año, AMLO aceptó que las cifras de muertos en su sexenio eran de 156,204 personas, la cifra más alta registrada en un sexenio. Si añadimos las 81,000 desapariciones forzosas nos da una idea de la magnitud del terror que se vive en México.
AMLO no puede ni quiere señalar a Hamás como una organización terrorista pues en su presidencia han muerto más mexicanos que todos los fallecidos durante el conflicto entre Palestina e Israel desde la primera intifada en 1987 al 2023 (13.400 personas desde 1987 al 2023, dato aportado por la ONG B’tselem).
El problema que enfrenta AMLO es que si a los grupos y cárteles del crimen organizado en México se les reconociera como grupos terroristas las consecuencias serían de enorme gravedad; los EUA podrían apelar a la jurisdicción extraterritorial y atacar directamente en nuestro país a los grupos criminales que sean identificados como terroristas.
Hamás no busca la “liberación de Palestina”, su principal objetivo es la destrucción de Israel y el exterminio del pueblo judío. Desde el momento en que se inició la planificación de los ataques, los líderes terroristas de Hamás sabían perfectamente que, al mismo tiempo en el que se ejecutaran los ataques terroristas, Hamás estaba condenando a miles de palestinos de Gaza a muerte, al exilio y a la miseria. A Hamás no le importa, todo lo que dañe a Israel y al pueblo judío lo justifica.
El plan de Hamás está resultando tal y como lo planearon; el ataque derribó el mito de la seguridad interna de Israel, logrando traspasar cada punto, supuestamente infranqueable, del territorio israelí. Ese fue el golpe estratégico y emocional para el que Israel no estaba preparado, hoy viven la realidad de ser un estado muy vulnerable y esa erosión interna tomará muchos años en ser superada.
Hamás atacó a Israel consciente de la respuesta militar a la que sería sometido Gaza y lograr poner al Gobierno de Israel en una enorme presión ante dos grupos: los que exigen el exterminio de Hamás al costo que sea y los que piden cierta moderación ante la escalada de la violencia y el temor de un nuevo conflicto regional de consecuencias inéditas.
Hamás ha conseguido que, con el costo de la vida de judíos y palestinos, el mundo confunda a Palestina con esta organización terrorista. Hay que decirlo una y mil veces: ¡Palestina no es Hamás! ¡Palestina no es Hezbolá!
México no puede permanecer ni indiferente ni neutral ante el terrorismo. En estos momentos el peor enemigo de la paz es esa supuesta neutralidad que sirve para validar a los violentos. A los terroristas. Hay que tener claridad para distinguir a un delincuente de un terrorista, esto es fundamental en la búsqueda de la paz y la reconciliación.
El terrorismo es el instrumento del mal que infunde miedo, odio y rencor generacional, se sirve del sufrimiento de sus naciones para justificar su presencia y se vale de banderas fanáticas como el nacionalismo o la religión.
La paz en el mundo requiere de líderes sin ambigüedades y sin miedo de llamar a los terroristas por su nombre y actuar en consecuencia. Por encima de todo urge asistir y cuidar a las verdaderas víctimas del terrorismo, judíos y palestinos, que hoy en Gaza pasan por un momento de enorme sufrimiento.
@Pancho_Graue
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