Lejos de ser un ambiente lúgubre, Mixquic se pinta de naranja y color, lleno de velas, ofrendas, altares y calaveritas de azúcar, ya que habitantes y turistas acudieron este Día de Muertos al lugar para realizar diversas actividades a fin de recordar y honrar a sus seres queridos que ya partieron.
“Hoy limpiamos las ofrendas para esperar mañana la llegada de nuestros hijos”, dicen Alejandra y Pedro frente al altar para sus hijos en el Cementerio de San Andrés Mixquic.
Entre las calles, los asistentes pueden visitar las ofrendas que las personas originarias de la zona colocan para sus seres amados.
La historia de este pueblo se remonta a la época prehispánica, cuando fue fundada por pueblos náhuatl, sin embargo la colonización marcó influencias en la arquitectura y tradiciones actuales.
El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) describe a la comunidad como un sitio antiguo, donde una las muestras de la arquitectura centenaria es la Parroquia de San Andrés Apóstol, construida en 1537.
Para los habitantes de este mágico lugar el Día de Muertos no se trata de un momento triste, si no de recordar con cariño a quienes ya no están, honrarlos y darles la bienvenida.
Afuera del panteón se colocaron puestos de feria donde ofrecieron diversos productos para que los asistentes degusten de pan, dulces, bebidas tradiciones y comida.
Los habitantes de Mixquic comienzan su espera al medio día del 1 de noviembre cuando se despiden las almas de los niños; mientras que a las dos de la tarde llegan las almas de los adultos. Ellos relataron a 24 HORAS que los santos se guían por la flor de cempasúchil, además ponen la comida y bebida que más le gustaba a sus seres queridos. / Hugo Salvador