No se trata de caer en el cliché de que los funcionarios son, todos, unos cinicazos que no dan golpe, y que cuando lo dan lo hacen con resultados penosos. Lo cierto, sin embargo, es que el servicio público mexicano ha hecho de la simulación un arte. En pocos lugares se han desarrollado tantas y tan solemnes formas de aparentar que trabajas con dedicación y profesionalismo.
La forma clásica de hacer como que resuelves, que comenté antes, es la ley seca. ¿Vienen elecciones? Declaras que del viernes X al lunes Z no se puede vender alcohol. Consecuencia: compras de pánico, amparos de los restaurantes y bares, si la prohibición los incluye, y la misma peda de todos los fines de semana, pero con un golpe al comercio legal. El ejemplo más elevado de esta forma de simulación lo vimos con la pandemia, cuando solo algunas alcaldías vetaron las ventas. Lo que hacías era agarrar el coche y en cinco minutos, porque la ciudad estaba desierta, surtirte en la tienda de tu preferencia.
La pandemia trajo otra forma del “vean lo aplicados que andamos”: el “cerco sanitario”. “Las autoridades implementaron cercos sanitarios en todos los edificios públicos”, repetían los medios una y otra vez. Bueno, el cerco sanitario era un poli con un frasco de gel y, si acaso, un termómetro.
Lo de los medios es, claro, la clave: no habría simulación si no se dedicaran, nos dedicáramos, a hacernos eco de ella. A magnificarla. Por eso oímos y leemos, todos los días, que “las autoridades abrieron una carpeta de investigación”, como si eso significara algo en un país en el que la impunidad criminal merodea el 100% de los casos; que “se activaron los protocolos correspondientes”, que es un lavado de manos preventivo y algo que nadie entiende; o que “la policía acordonó la zona”, como si eso que hacen todas las policías del mundo tuviera alguna importancia. En el ámbito del clima, lo que tienes que hacer si se te inunda la alcaldía, con coches flotando en un “bajo puente”, es decir que “se activó la alerta amarilla”. Un whisky al que me diga qué significa eso, sin meterse a guglear.
Esto viene a cuento porque el gobierno federal acaba de hacer una nueva aportación. Acapulco está destruido, el crimen organizado se dedicó impunemente al saqueo, la gobernadora no apareció, el Presidente se quedó en el lodo y los diputados no destinaron un peso a reconstruir la ciudad. A cambio, hay “censos”. “Fueron censadas 180 mil viviendas”, dice el boletín, y repetimos todos. Acapulco ha de estar súper agradecido.
@juliopatan09