Una ola de antisemitismo está recorriendo Europa. En Francia aparecieron recientemente sesenta estrellas de David en diferentes edificios de París en un claro ejemplo del aumento del antisemitismo en toda Francia. Desde el pasado 7 de octubre que empezó la guerra se han producido más de setecientos actos de terrorismo de diversa consideración en el país galo.
En Nueva York, su gobernadora ha anunciado medidas para proteger a los estudiantes en los campus universitarios y en sus comunidades, tras un aumento preocupante de los actos antisemitas.
En España la federación de comunidades judías ha mostrado su preocupación por el aumento de los mensajes que estigmatizan al pueblo judío y que aparecen, de manera masiva en las redes sociales.
1948 marcó una inflexión con la creación del Estado de Israel. Hubo sombras históricas que tal vez no debieron existir. También la desproporción actual con la que se está golpeando a Gaza es evidente. Pero aún así no se justifica el antisemitismo que está golpeando medio planeta.
Nada justifica los golpes del ejército israelí salvo una venganza comprensible. Es comprensible porque lo que estaba buscando el terrorismo de Hamás era eso, la desproporción. Y la buscaban para que los terroristas quedaran como los buenos y los “sionistas” fueran los verdugos. Algo que, por supuesto, no se corresponde con la realidad.
No quiero hurgar demasiado en la llaga de la historia, pero tampoco se puede olvidar el Holocausto. Porque es lo que fue, un holocausto que debe quedar en la memoria y en la vergüenza del ser humano. Fueron seis millones, no uno, no dos, seis millones las personas que murieron en una de las limpiezas étnicas más salvajes de toda la historia de la Humanidad. Y no hablaré más de este asunto, aunque es importante contextualizarlo.
En la voluntad de querer solucionar un problema que hoy es irresoluble está Jerusalem, Tierra Santa. Parece mentira que sea la Tierra Santa la que origina este número de problemas. Y no por Jerusalem; por los seres humanos.
@pelaez_alberto