En México y en todo el mundo se usan las encuestas. Con ellas, las grandes marcas deciden el color de los autos, si las frituras deben ser más saladas o más picosas; si los pastelitos más glaseados o más rellenos. Si la ropa muestra el escote, o debe tapar todo. Menos o más gas en las sodas. Que arda más o menos, al beber el mezcal.

La demoscopía descubre nuestras preferencias y por eso la mayoría de las empresas que cotizan en las bolsas de valores, facturan y facturan. Los negocios globales todos los días están observando nuestros hábitos, necesidades y gustos. Ahora con la tecnología tienen la “data” para tomar decisiones multimillonarias.

Saben qué nos gusta comer, donde nos hospedamos, en qué gastamos en la tarjeta de crédito; qué hacemos en invierno, y qué dejamos de hacer en verano.

Esas encuestas y el resultado de toda esa información no se publica. Los mercadólogos toman decisiones para vender y vender más.

Las encuestas que usan los gobernantes, tampoco se publican. Con la interpretación de los resultados los gobiernos le apuestan a la inversión en la infraestructura hídrica, en educación o en los servicios que deben prestar. Andan siempre en campaña pues.

Las encuestas electorales son otra historia. Unas empresas o firmas, que nacen meses antes de los comicios, intentan ser vehículos de acceso al poder, y claro, los “pays” coloridos, o las barras, aguantan todo. Entre más se publican, más desorientan; entre más se suben a las redes sociales, más ruido provocan. Y claro, confunden al electorado, aunque se ha comprobado que cada día tienen menos influencia.

Afortunadamente en México usamos estas herramientas hace 30 años, y ya conocemos a las empresas que son serias, las que se venden (perdón las que se rentan), y las que lucran vendiendo lugares en las gráficas. Si algo hemos aprendido los mexicanos es a no chuparnos el dedo.

Pero claro, de que hacen daño y confunden las encuestas “cuchareadas” y “patito” e “inventadas” no hay duda. Hay un gran mercado de políticos que las paga y un gran mercado de electores inocentes.

Es un deporte nacional descalificar los resultados. Si beneficia a mi candidato, o personaje que coincide con mi ideología, la subo a mis redes sociales, la comparto en WhatsApp y de paso me burlo de mi compadre, que piensa distinto a mi.

Un resultado que deseo, en una pantalla de tableta electrónica, revista o periódico impreso, en mi celular, me llena la pupila y me alegra; todo lo contrario sucede con un resultado que va contra mis intereses: le niego, la escondo, la critico y la nulifíco.

No puede ser, es inverosímil, está mal, nadie la cree, no manches, aquí hago una mini encuesta y todos responden lo contrario, ¿a quién quieren engañar?…

En las últimas 72 horas se liberaron 2 encuestas que provocaron lo antes expuesto: los beneficiados, festejan por doquier y se reparten ya los puestos; los derrotados la critican como un billete de 3 pesos.

Así será hasta el domingo 2 de junio. Y después de la toma de posesión el primero de octubre de 2024, cuando escuchemos “si protesto”, empezará de nuevo la carrera presidencial.

¿Cómo inician las precampañas?

-De las Heras, Demotecnia

Claudia Sheinbaum 66%

Xóchitl Gálvez 14%

Samuel García 6%

Eduardo Verástegui 2%

No irá a votar 1%

Es secreto 2%

Ninguno 6%

No sabe 3%

-Mendoza Blanco & Asociados

Claudia Sheinbaum 61.4%

Xóchitl Gálvez 26.8%

Samuel García 9.5%

Eduardo Verástegui 2.3%

Ahí tienen los números: búrlense, critiquen y maldigan; festejen, alégrense o destapen una botella de champagne.

*Periodista, editor y radiodifusor

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