Ahora que el Presidente de la República adelantó el envío de una iniciativa para insistir en la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, habrá que recordar aquellas palabras presidenciales en el sentido de que el nuevo organismo de seguridad debía estar bajo coordinación militar o mejor desaparecerlo.
Nadie parece darle interés al enfoque presidencial de que sólo una adscripción militar le daría a la Guardia las garantías suficientes para impedir su deterioro como ocurrió con la Policía Federal Preventiva y la Policía Federal, dos experiencias frustradas y corrompidas de organización de la seguridad pública.
El nacimiento de la Guardia Nacional de personal militar no fue de emergencia ni tampoco un mal cálculo: la formación de las fuerzas militares tiene muchos mayores requisitos estrictos de supervisión que las fuerzas policiacas que han caído en las perversiones de las estructuras civiles.
El funcionamiento de la Guardia es civil y se rige por leyes civiles, a pesar de haber sido configurada con personal de la policía militar. La Sedena tiene mecanismos muy precisos de supervisión de la calidad de su personal, un perfil que es necesario para una organización policiaca federal que combate y compite nada menos que contra organizaciones muy poderosas en capacidad económica del crimen organizado.
La adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional aparece como la única garantía de control del personal encargado de labores de seguridad pública, teniendo como apoyo -en efecto: sólo como apoyo- a personal militar que posee capacidad de fuego mucho mayor que los grupos delictivos.
En estos meses de funcionamiento de la Guardia dentro de la Sedena no ha habido quejas de abusos y se ha confirmado que es una subordinación funcional y necesaria.
Zona Zero
- Si se revisan bien los criterios del Quinto Transitorio, la Guardia Nacional es un cuerpo de seguridad civil dentro de la estructura militar que le otorga garantías de coherencia, honestidad y eficacia, además de supervisión. Parece olvidarse que las dos experiencias de Policía Federal fracasaron por corrupción civil. Como punto central, también debe discutirse el nuevo paradigma sobre la crisis nacional de seguridad: la seguridad interior como una doctrina para combatir a la creciente delincuencia civil.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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