Es imposible colocar a un representante del Estado o del Gobierno —uno de los componentes de aquel— para vigilar la seguridad de cada una o uno en cada esquina en cada instante, especialmente cuando la festividad nos regala renovada cercanía, pero también nos acerca reactualizado riesgo.
Especialmente motivo de cautela son las riñas cuando alguno de quienes participan de ellas está alcoholizado, exhibe consumo problemático de drogas ilegales o estuvo o está relacionado con situaciones delincuenciales.
Más riesgo existe en la cercanía de un organismo delictivo en su disputa por territorio lo cual podría estar en condición de fatalmente dañarnos como sucedió con el trágico suceso de Tláhuac.
Esta semana oficialmente comenzaron las fiestas navideñas con el encendido del alumbrado de temporada en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Debemos encender nuestras cautelas cuando no hay francas alertas.
El llamado del jefe de Gobierno, Martí Batres, a compartir y disfrutar en familia, de ir acompañado de un esquema preventivo personal y un consumo responsable adquiere sentido doblemente.
Las autoridades disponen de los instrumentos operativos para garantizar, desde el espacio de su competencia, seguridad y tranquilidad. Entre ellos se puso en marcha el programa Conduce Sin Alcohol y el operativo Cero Pirotecnia para evitar el ingreso, transportación y venta de artefactos explosivos en el Metro.
La capital nacional atraviesa por una baja sustancial en la incidencia delictiva, superior a 55 por ciento respecto de 2019, cuando Claudia Sheinbaum desarrolló un modelo integral de prevención y atención, al cual puede atribuirse la reducción de la violencia.
En esta temporada y desde la ciudadanía es posible profundizar esos resultados reveladores de una baja de 63 por ciento en lesiones dolosas por disparo de arma de fuego o 46 por ciento en homicidios dolosos. No es suficiente; sin embargo, especialmente al incremento del último mes de cada año y los primeros tres de cada ciclo, como existe evidencia.
Hasta tres de cada cinco riñas en el entorno familiar o comunitario suelen estar asociadas con la ingesta de alcohol durante festividades o reuniones. De ahí la relevancia de fortalecer una sana convivencia culturalmente concebida como ajena a la ausencia de consumo de alcohol.
La Organización Mundial de la Salud estima que en el mundo hay 283 millones de personas con trastornos por uso de alcohol, de las cuales ocho de cada diez son hombres, y esta adicción provoca más de 3 millones de muertes al año, lo que equivale a una muerte cada diez segundos.
Es uno de los factores criminógenos que favorece la comisión de delitos.
Hay una decisión estrictamente del ámbito personal, también obligación de las autoridades como garantes de seguridad, sin embargo la oportunidad de gozar fiestas en armonía está más cerca de nosotras y nosotros que de la capacidad policial de estar en un momento de riesgo.
@guerrerochipres